ROMA (PL).- Alejado del protocolo y con lenguaje incisivo, el director general de la FAO, Jacques Diouf, criticó este martes a los países ricos por dar la espalda y dejar crecer la crisis mundial en la producción de alimentos.
El primer vicepresidente cubano, José R. Machado Ventura, a su llegada a Roma, fue recibido por el subdirector general de la FAO, Modibo T. Traore, quien declaró a la prensa sentirse "muy feliz por el aporte de Cuba a los temas de esta conferencia".
En medio de estrictas medidas de seguridad y con notables signos de desorganización, Roma acogió el inicio de la Conferencia de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria, Retos del Cambio Climático y la Bioenergía.
Ante delegados de 193 países, alrededor de 50 dignatarios y más de un centenar de ministros, el titular de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) no tuvo remilgos al abordar el problema que azota a millones de personas.
Nadie entiende cómo es posible crear un mercado de emisiones de carbono de 64 mil millones de dólares en los países desarrollados, pero no se esté en condiciones de obtener financiación para evitar la deforestación de 13 millones de hectáreas por año, dijo Diouf.
Fustigó las subvenciones de casi 12 mil millones de dólares en 2006 y las políticas arancelarias, que tuvieron el efecto de desviar del consumo humano 100 millones de toneladas de cereales para aplacar la sed de combustible de los vehículos.
Sus palabras, que siguieron a las del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y a un mensaje papal, despertaron gran interés en el auditorio en la sesión de apertura de la Cumbre que siguen bajo un ambiente desordenado mil 230 periodistas.
Diouf, de origen senegalés, tampoco fue condescendiente con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), por provocar la distorsión del mercado con 372 millones de dólares de subsidios a sus agriculturas .
Sin mencionarlo (a Estados Unidos), el máximo responsable de la FAO deploró que un solo país desechara 100 mil millones de dólares en alimentos anuales para destinarlos a los biocarburantes.
La pregunta es cómo se explica a las personas con sentido común y buena fe que no se puedan encontrar 30 mil millones de dólares por año para asegurar a 862 millones de pobres la satisfacción de la más básica de las necesidades humanas, dijo.
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