08 junio 2008

BARACK OBAMA: UN ENIGMA LLAMADO OBAMA

Por: Basilio-Pozo Duràn. (Blog: HORA SUR- EL PAIS COM/LA COMUNIDAD.

(Michael Powell, traducción de Gabriel Zadunaisky - lanacion.com.ar)
Perfiles.
El senador demócrata hizo historia esta semana al convertirse en el primer candidato negro a la presidencia de Estados Unidos. Pero en su país todavía muchos se preguntan quién es en realidad este político joven y ambicioso, de meteórico ascenso, capaz de cautivar grandes audiencias y de aparecer como un líder transformador, aunque también de mostrarse contradictorio, inexperto y en ocasiones algo distante.

Da la sensación de ser un ganador llamativamente distendido, el candidato presidencial demócrata.

El día anterior a la noche en que hizo historia, Barack Obama participó en un juego lanzando aros en el Back Bay Club de Chicago y llamó a un superdelegado que otro. Más tarde, junto con su esposa, Michelle, dieron el beso de las buenas noches a sus hijas y, con media docena de sus mejores amigos, fueron al aeropuerto Midway para tomar un avión a Saint Paul y reclamar allí su trofeo. Estuvo sentado en el avión, de piernas cruzadas, riendo, charlando, dando pocos indicios de la tormenta que rugía en su interior.

Obama ha escrito que tuvo "tanta suerte en política que asusta", y la tremenda ambición y el dominio de sí mismo definen su ascenso. Cuando se graduó en Harvard, rechazó un puesto prestigioso de empleado en la corte federal de apelaciones para trabajar como organizador comunitario. Escribió una autobiografía a los 33 años y otra 11 años más tarde. Tras sólo dos años en el senado, anunció que se postularía para la presidencia y conmocionó así a uno de los centros de poder del Partido Demócrata.

Al convertirse en el primer candidato presidencial negro en Estados Unidos, Obama sigue siendo una figura política que inspira devoción en sus partidarios, quienes lo ven como un líder transformador, mientras que sigue siendo inescrutable para sus críticos.

Tiene el don de hacer que la gente se vea reflejada en él y ofrece una sonrisa enigmática cuando se le pregunta acerca de su atractivo multirracial. "Soy como un test Rorschach", dijo en una entrevista con The New York Times . "Aunque a la gente le resulte una desilusión, de últimas, puede sacar algo de mí".

Es un liberal partidario de regular a Wall Street y de prohibir el remate de viviendas por hipotecas impagas, que está a favor de negociar con enemigos extranjeros y de desligarse de la guerra de Irak. Habla elocuentemente acerca de las divisiones raciales y de clase en EE.UU. y dice que la vieja retórica de agravios raciales se ha agotado.

Pero su insistencia en que puede tender un puente sobre las líneas divisorias ideológicas del país sin recurrir a la pelea partidista deja a algunos con la obsesiva sensación de que hace que todo suene demasiado fácil y que aún no se conoce su verdadera estatura como político. Ha tropezado y tenido actitudes torpes más de una vez. La senadora Hillary Clinton lo confundió, haciendo que se tuviera que contener, con su irritación demasiado a la vista. Se enamora de sus propias palabras y quizás de su celebridad.

Es un tipo deliberativo en un juego maníaco. Cuando su pastor, ahora retirado, el reverendo Jeremiah Wright Jr., presentó puntos de vista políticos y raciales incendiarios, Obama tardó en advertir lo rápido que las palabras de Wright alimentaron dudas de los votantes respecto de él mismo.

Michelle Obama, que también se recibió de abogada en Harvard y cuyo fuego a menudo es más ardiente que el de su marido, aconseja sistemáticamente a Obama dejar de lado lo cerebral y abrazar lo visceral. Cuando en los meses que vienen los republicanos lo ataquen por ser desconocido y no ofrecer garantías, Obama quizás recuerde los consejos de su mujer.

Fue criado literal y metafóricamente en el extranjero, en Indonesia por su madre blanca y en Hawaii por sus abuelos blancos. Es muy estadounidense, pero tiende a ver las incongruencias de la política con la mirada distante de un foráneo.

- Una vida examinada.
Una curiosidad en Obama es su declarada falta de interés por los escritores que analizan su vida, tratando de deconstruir su familia y geografía fracturada. Sostiene que no lee los perfiles que se apilan en su avión. "Eso sólo alienta el narcisismo, que es ya el defecto congénito de un político", dice. "Estos ensayos me resultan más reveladores de los autores que de mí."

Lo mismo puede decirse de la autobiografía de Obama, que es menos una crónica directa que una narrativa de su maduración cuidadosamente enmarcada. Se describe como un joven a la deriva, aunque pocos amigos recuerdan haber pensado en él como alguien tan perdido. Y puede que haya exagerado un poco su experimentación juvenil con la marihuana. (En noviembre, un votante de Iowa le preguntó si él, a diferencia de Bill Clinton, había inhalado. Obama pareció confundido: "Nunca entendí esa frase -dijo-, de lo que se trataba era de inhalar".)

Tiene la reputación de ser auténtico e insiste en mantener la calma. No entrevistó a cada candidato a asistente de campaña, pero estableció una regla: no se acepta gente que dramatice las cosas. Confía sólo en un puñado de asesores, en particular David Axelrod, el gurú de campaña que aprecia la política al estilo de Chicago y rara vez se muestra agitado por lo que es la vara del éxito de su profesión, los triunfos y derrotas electorales. Cuando se le avisó en febrero que había ganado la primaria en Maine, un estado de gran mayoría blanca en el que esperaba perder, asintió, murmuró "qué bien" y continuó con su conversación telefónica.

Bromea con sus agentes del Servicio Secreto y carga sus propias valijas al bajar de aviones y ómnibus. Trota a los escenarios con la seguridad de un deportista. Tiene gustos moderados, prefiere el té orgánico a una medida de ginebra, el salmón antes que un bife, un plato de frutas antes que uno de papas fritas. Bromea acerca de tomarse una cerveza, pero no pasa de un trago o dos, para demostrar por TV que es un "tipo común".

Pero también se ve su inexperiencia como candidato. En los debates tiende a ser errático, lleno de autoridad un momento, a la defensiva e inseguro al siguiente. En los actos se ve incandescente, pero en las jornadas de 18 horas previas a las primarias puede sonar distante y quejumbroso ante públicos más reducidos. Puede insinuarse en él una actitud condescendiente. Sugirió, por ejemplo, que sus viajes juveniles por Asia y Europa lo hicieron más conocedor de los asuntos del mundo que Clinton o McCain. "Cuando hablo de haber vivido en Indonesia, tener parientes pobres en Africa, quiero decir que conocer a los líderes no es importante", le dijo a una multitud. "Yo conozco al pueblo".

También se percibe cuánto le duele no poder pasar más tiempo con sus hijas. Durante un vuelo reciente describió las llamadas de cada noche para hablar con ellas. Malia, de 9 años, es locuaz, comenta cada detalle de su día. Sasha, de seis, a la que apoda Brisa Fresca, es monosilábica. ¿Cómo la pasaste hoy? "Bieeeeeen", la imita Obama, con su tono de niña poco interesada. La campaña le ha permitido a este hombre ambicioso pasar tan sólo 10 días en su casa el año pasado.

Así, entonces, las contradicciones se acumulan. Es un observador y un viajero que encontró su hogar en Chicago, donde creó su identidad adulta, en particular como hombre negro. Es un idealista que busca ocupar el centro de la escena nacional con la intensidad de un sabueso que tiene el máximo premio casi a su alcance. Pero se aferra a la convicción de que puede rodear a su familia con un ambiente de normalidad.

Durante meses trató de conservar su vieja dirección de correo electrónico y su número de celular, hasta que los amigos lo convencieron de que estaba loco. "Le decíamos ´Barack, acabala", dice Cassandra Butts, vicepresidente ejecutiva del Centro para el Progreso Americano y ex compañera de estudios en Harvard. "El nos pregunta: ´¿Por qué no me llaman? Yo le digo: ´Barack, ¿Estás un poco ocupado no? "

Los amigos hablan de su sexto sentido para desarrollar su carrera, como si en su ascenso tuviera una cualidad de Barack-el-político-inmaculado. Pero no es un turista político accidental. Estudia el mundo que escogió como un talmudista, siguiendo las tendencias y advirtiendo qué rivales son fuertes y cuáles son débiles. Sus puntos de vista son progresitas, pero por instinto se acomoda a todo; cultiva a los mentores mayores, poderosos, demócratas y republicanos, y ha aprendido a convivir con el aparato demócrata de Chicago.

"No se llega de organizador comunitario a candidato a presidente en 15 años a menos que uno tenga mucha ambición", observó Paula Wolff, mentora republicana de Chicago. "Le gusta escuchar atentamente, y uno supone que eso es muy inteligente de su parte". Si pedir consejo es un arte, Obama es un artista consumado en la materia. Le gusta la mano en el hombro, el susurro al oído.

Abner Mikva, el ex juez que le propuso a Obama que trabajara en la corte con él cuando se graduó en Harvard, reconoce sus diversos talentos, pero deplora su estilo oratorio. Demasiado Harvard y no suficiente acento de los barrios populares del sur de Chicago. Obama no lo negó; comenzó a prestar atención en la iglesia. "Estuvo atento a los patrones del habla, cómo hacer que la gente lo entienda", recuerda Mikva. "Es casi una tradición de los Bautistas desmayar a la gente y, por Dios, ahora lo está logrando".

Cuando logró ser elegido en Springfield, Obama aprendió a jugar al póquer; allí, la política se hacía en torno a las mesas de juego. Luego aprendió a jugar al golf. Una y otra vez la tiró a fuera de la cancha, pero eventualmente aprendió los tiros largos y cortos y encontró así un nuevo lugar donde hacer política. Todo esto suena encantador, pero hay algo de acero en él. Un viejo político de Chicago señaló que Obama parece haber entendido a Maquiavelo.

- Un plan de 11 años.
Obama no muestra la necesidad animal de Bill Clinton de estrechar cada mano sudorosa que se le extiende en una multitud. Pero le llevó sólo 11 años pasar de ser senador de Estado a primer candidato negro a presidente por el Partido Demócrata, lo que sugiere una ambición acelerada y poderosa. Como señala un banquero que juega al básquet con Obama, empieza el partido callado, pero cuando empieza a embocar tiros le gusta alardear.

Aun así, no es fácil dilucidar su personalidad. Los amigos de los Obama son negros y blancos, de clase media alta hasta ricos, profesores de derecho de la universidad de Chicago e historiadores y abogados y gente de la sociedad civil. Cuando llaman los medios, se revelan sólo hasta cierto punto.

Vuelvo a la pregunta: ¿Realmente no lee los artículos sobre usted? Obama estaba sentado en el avión de campaña hace unos meses cuando iniciaba el carreteo de despegue rumbo a otro acto. Negó con la cabeza, pero suena difícil de creer: ¿Este candidato introspectivo ignora todos esos comentarios? Un reportero lee parte del ensayo del novelista Darryl Pinckney en el New York Review of Books . Obama, escribe el novelista, "parece una persona que atesora para su consideración futura prácticamente todo lo que jamás se le ha dicho y que tiene el talento de estar atento, lo que es parte de la extraordinaria armadura que se creó a edad temprana".

Obama asiente. Eso intriga. Pero prefiere su propia melodía, que no por casualidad pone el centro no en él sino en las multitudes que lo siguen. "Me encanta estrechar las manos de la gente, veo las señoras ancianas blancas y los tipos negros grandotes y las chicas latinas y todos tienen las manos tomadas. Se alimentan los unos de los otros tanto como de mí."

Dice eso, luego se encoge de hombros; adopta la mirada del autor que toma distancia y agrega: "Es como que yo sólo soy la excusa".

- Quién es.
De hawaii a Nueva York:
Barack Obama nació el 4 de agosto de 1961 en Hawaii. Es hijo de una norteamericana y de un keniata que creció en una aldea cuidando cabras con su padre. Está casado con Michelle, abogada como él, y tiene dos hijas.

15 años vertiginosos:
Luego de graduarse en Harvard, rechazó un empleo en la Corte para trabajar como organizador comunitario. De entonces a ahora pasaron quince años. Por eso, hay quienes le critican su falta de experiencia.
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/enfoques/nota.asp?nota_id=1019323&origen=premium)

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