"Debemos estar alerta. Este no es tiempo para la complacencia"
ANDREU MISSÉ 31/05/2008
Jean Claude Trichet, 65 años, lleva las riendas del Banco Central Europeo (BCE) desde 2003 con calculada discreción. Cuida obsesivamente sus palabras para no dar pistas a los siempre atentos tiburones.
La institución que preside cumple hoy su décimo aniversario en medio de una crisis financiera que hasta ahora ha capeado con mejor suerte que la Reserva Federal de Estados Unidos. "Estamos afrontando un fenómeno global y sacando lecciones", afirma Trichet.
"Tenemos que sacar todas las conclusiones de las actuales turbulencias sin complacencia alguna".
En la entrevista, Trichet alardea de los casi 17 millones de empleos que ha creado la zona euro en su primera década de vida, un millón más que Estados Unidos, y reitera machaconamente el mandato del tratado: lograr la estabilidad de los precios a medio plazo. El hombre garante del euro es contrario a limitar los avances tecnológicos y las innovaciones financieras a pesar de los riesgos, porque está convencido que pensar en su eliminación es una falacia. "Lo que es importante en esencia es minimizar los riesgos y estar alerta permanentemente", sostiene.
Pregunta. En estos momentos de crisis financiera, nadie ha dicho claramente si Europa está o no bajo la amenaza de una recesión.
Respuesta. Publicaremos las previsiones la semana próxima y por lo tanto no puedo adelantar nada al respecto. De todos modos, nada de lo que diga en esta entrevista debe interpretarse como una indicación sobre la futura decisión de tipos, ya que estamos en el purdah period [durante el cual los consejeros del BCE no pueden hacer comentarios al respecto].
P. ¿Cuáles son las principales diferencias entre las actuales turbulencias y las crisis que ocurrieron en el pasado?
R. Creo que ésta es la primera prueba de la magnitud real de la nueva globalización financiera. Los cambios tecnológicos, la interconexión de los mercados financieros y la innovación financiera fueron los elementos claves de la globalización financiera que hemos observado en los últimos años. La corrección en los mercados que estamos experimentando la previeron los bancos centrales, y habíamos llamado a una revaluación de los riesgos lo más ordenada posible. Desde mediados de 2007 observamos una corrección continua en los mercados con episodios de alta volatilidad y turbulencia. Debemos estar alerta constantemente. Éste no es tiempo para la autosuficiencia.
P. ¿Está preparando el BCE nuevos instrumentos para evitar episodios similares? ¿Podrán las autoridades afrontar la rápida innovación y creciente complejidad de los mercados financieros?
R. Estamos afrontando un fenómeno global y sacando lecciones. Tenemos 67 recomendaciones del Foro de Estabilidad Financiera, aceptadas por el G-7 y FMI. Así que todos somos conscientes del hecho de que tenemos un problema global, un desafío global, y necesitamos una respuesta global. Si resolvemos el problema a un lado del Atlántico sin resolver el del otro tendremos que volver a ajustar el primero. Lo que es importante en esencia es minimizar los riesgos y estar alerta permanentemente. Autoridades, sector público y sector privado deben estar alerta y dispuestos a enfrentarse a ello. Tenemos que estar seguros de que estamos tratando todos los problemas sin ser complacientes y sin considerar que algunos elementos del sistema financiero global son intocables.
P. La convergencia en la Unión Monetaria ha permitido a los ciudadanos de algunos países, como España, Portugal y Grecia, acceder a más créditos para comprar más casas y consumir más. Al mismo tiempo, parece que estos países no han hecho las reformas necesarias para modernizarse y para no ser tan vulnerables a futuros shocks. ¿Qué va a pasar?
R. Lo que hicieron en el pasado fue lo oportuno. Sin embargo, las reformas estructurales y las políticas fiscales y económicas decididas son la mejor forma para lograr crecimiento y empleo. Las reformas estructurales en particular son esenciales para que las economías puedan adaptarse lo antes posible a un mundo cambiante.
P. Antiguos líderes europeos como Jacques Delors y Helmut Schmidt han expresado su preocupación por el crecimiento del sector financiero, 15 veces más que la economía real de todo el mundo. Dicen que se ha acumulado una masiva cantidad de capital ficticio con muy pocas mejoras para la humanidad.
R. Hemos de aceptar que vivimos en una economía de mercado, y en este tipo de economías el buen funcionamiento de los mercados financieros es clave para la óptima colocación del capital en cada país y a nivel mundial. Por otra parte, los mercados financieros se han transformado mucho en los últimos años gracias a los avances tecnológicos y a la globalización. Estamos frente a una prueba importante de este nuevo entorno financiero y, como dije, tenemos que sacar todas las conclusiones de las actuales turbulencias sin complacencia alguna. Si la autorregulación es apropiada y efectiva, entonces aprobémosla. Si la autorregulación es imposible o insatisfactoria, entonces habrá espacio para más regulación. La transparencia es imprescindible. Deberíamos reducir al mínimo todos los factores que amplifican las fluctuaciones para conseguir el más alto grado de estabilidad financiera posible.
P. Hace un año usted fue de los primeros en expresar su preocupación por los salarios extremadamente altos de los ejecutivos, mientras caían los resultados de las compañías y a la vez se pedía moderación a los trabajadores. El mes pasado, el Eurogrupo, siguiendo una recomendación del Foro de Estabilidad Financiera, ha ido más lejos diciendo que la estructura de los incentivos de los ejecutivos puede haber contribuido a la asunción de riesgos desproporcionados. ¿Qué piensa de esto?
R. Comparto, por supuesto, completamente las conclusiones del Foro de Estabilidad Financiera. El sector privado tiene que reflexionar sobre esto, porque paga un precio muy alto por el sistema de incentivos que gran número de instituciones privadas han fijado para sus empleados. El sector financiero debería prestar mucha atención a este tema.
P. Teniendo en cuenta lo que ha estado ocurriendo desde mediados del año pasado, ¿piensa que la industria financiera tiene capacidad para regularse a sí mima?
R. Creo que hay campos donde podemos tener autorregulación. Hay códigos de buenas prácticas y buenas conductas que podrían ser voluntariamente debatidos por el sector privado y voluntariamente adoptados. Me parece que no deberíamos descartar de antemano esta posibilidad. Cuando tuvimos que sacar las lecciones de la crisis asiática, incorporamos muchos de estos códigos, que han probado ser muy eficientes. Como ya dije, si las autoridades -bancos centrales, instituciones de supervisión- consideraran que los códigos de buenas prácticas son insuficientes a la hora de proporcionar estabilidad financiera, o si el sector privado es incapaz de acordar un código necesario voluntariamente, entonces está claro que estaríamos ante un caso de regulación pública.
P. En vista de que la integración de los mercados va en ascenso, el ministro de Hacienda italiano, Tommaso Padoa-Schioppa, considera urgente un único reglamento europeo, la integración de los sistemas de supervisión o un regulador más integrado. ¿No cree que hay mucha resistencia a esta idea?
R. Estamos convencidos de que se han de hacer muchas mejoras. El BCE aboga por una cooperación más estrecha entre las autoridades afectadas. A día de hoy, algunas decisiones han sido tomadas por el Ecofín y pedimos una completa implementación, tan rápida como sea posible, de las mismas.
P. ¿En qué medida se puede pensar en una profundización política e institucional de la zona euro en el contexto de las previsibles nuevas ampliaciones? El comisario Joaquín Almunia aboga porque los países que comparten el euro deben ahora coordinar mejor sus políticas económicas y presupuestarias...
R. Estamos profundizando y reforzando a la vez la integración de las economías del mercado único con la moneda única. Los países de la zona euro comparten de manera íntima un destino conjunto. Llamamos a la adopción de tres elementos fundamentales para la unión económica: un riguroso cumplimiento del pacto de estabilidad y crecimiento, reformas estructurales en línea con el proceso de Lisboa y una vigilancia adecuada de los indicadores de competitividad. Y esto es válido para todos los países.
P. Pero desde el punto de vista de la política monetaria y desde el punto de vista de la toma de decisiones, la ampliación podría dar más trabajo a los bancos centrales, porque serán más países, más personas y realidades diferentes.
R. Ya somos 15. Vamos desde Lisboa a Ljubljana, desde Madrid a Helsinki, desde Nicosia a Dublín. Sabemos lo que tenemos que hacer, ya que el Tratado es muy claro respecto a los criterios de admisión. Somos 15, pero estamos acostumbrados a manejar esta diversidad de países , pero con un proceso único de decisión, una política monetaria única y una moneda común.
P. ¿Se podía imaginar usted hace un año el alto nivel de inflación que tenemos? ¿Ha sido una sorpresa?
R. Déjeme repetir que ya estamos en el purdah period. Mis comentarios no deben interpretarse como una indicación sobre la futura decisión de tipos. Nuestro mandato es muy claro: mantener la estabilidad de precios a medio plazo y ser creíbles en este ejercicio de manera que las expectativas de inflación estén firmemente ancladas. Y esto es valido bajo cualquier circunstancia.
P. ¿Podría el euro sustituir al dólar en el plazo de 10 años como moneda de referencia?
R. Nunca he hecho campaña a favor del uso internacional del euro.
P. Desde el punto de vista de la política monetaria, ¿que ha sido lo mejor y lo peor de estos 10 años?
R. Primero, cuando uno compara lo que hemos conseguido en la Unión Monetaria con lo que vaticinaron numerosos observadores y analistas, vemos que ha sido un éxito. Recuerde que muchos decían que el euro era imposible y que no podría ser una moneda creíble. Además, en términos de empleo la Unión Monetaria también ha sido un éxito. Hemos creado 15,7 millones de empleos desde enero de 1999 hasta finales del pasado año. Esto es un millón más que Estados Unidos y casi tres veces más que los nueve años anteriores.
R. Primero, cuando uno compara lo que hemos conseguido en la Unión Monetaria con lo que vaticinaron numerosos observadores y analistas, vemos que ha sido un éxito. Recuerde que muchos decían que el euro era imposible y que no podría ser una moneda creíble. Además, en términos de empleo la Unión Monetaria también ha sido un éxito. Hemos creado 15,7 millones de empleos desde enero de 1999 hasta finales del pasado año. Esto es un millón más que Estados Unidos y casi tres veces más que los nueve años anteriores.
P. Algunas encuestas muestran, sin embargo, que los ciudadanos son muy escépticos sobre la moneda común por la alta inflación y la pérdida de su poder adquisitivo. ¿Es razonable este escepticismo?
R. Los ciudadanos europeos están apoyando completamente nuestro principal mandato, que es proporcionar la estabilidad de los precios. Al mismo tiempo, hemos construido una institución independiente de los Gobiernos para asegurar la estabilidad de los precios a medio plazo. Y esta independencia la apoya un 78% de ciudadanos. Mi interpretación es que hay 320 millones de europeos que nos piden hacer nuestro trabajo y ser fieles a nuestro mandato.
P. Durante los últimos 10 años, ¿cuál ha sido la decisión más difícil que ha tenido que adoptar?
R. Los banqueros centrales están para resolver problemas a medio plazo y no para dejarse llevar por las emociones. Recuerdo dos momentos especialmente exigentes. Uno fue en la tarde del 11 de septiembre de 2001, cuando valoramos la situación y tomamos decisiones muy importantes en pocas horas sobre el nivel apropiado de oferta de liquidez. Otro momento decisivo fue en agosto pasado, cuando el Comité Ejecutivo reaccionó rápidamente a las tensiones en el mercado monetario.
P. ¿Y el momento más dulce?
R. Preferiría hablar de los momentos de más alta tensión, en los que tenemos que tomar la mejor decisión colegial. No se puede olvidar que todas nuestras decisiones son colegiadas, ya sean al nivel de los seis miembros del Comité Ejecutivo, con José Manuel González Páramo, o bien al nivel del Consejo de Gobierno, con José Manuel y Miguel Ángel Fernández Ordóñez y todos los demás colegas. –
Un defensor de la independencia
Funcionario con pedigrí. Licenciado en la Escuela Nacional Superior de Minas de Nancy, Jean-Claude Trichet (Lyón, 1942) estudió Ciencias Económicas en la Universidad de París y completó su formación en los centros de aprendizaje más tradicionales de los servidores públicos franceses: el Instituto de Estudios Políticos de París, más conocido como Sciences Po, y en la Escuela Nacional de Administración (ENA).
Un defensor de la independencia
Funcionario con pedigrí. Licenciado en la Escuela Nacional Superior de Minas de Nancy, Jean-Claude Trichet (Lyón, 1942) estudió Ciencias Económicas en la Universidad de París y completó su formación en los centros de aprendizaje más tradicionales de los servidores públicos franceses: el Instituto de Estudios Políticos de París, más conocido como Sciences Po, y en la Escuela Nacional de Administración (ENA).
De la Administración al BCE. Después de trabajar como inspector financiero y de ocupar varios cargos en diversos gobiernos, en 1993 fue nombrado gobernador del Banco de Francia, puesto que abandonó diez años después para tomar las riendas del Banco Central Europeo. Casado con una diplomática, tiene dos hijos, uno de ellos especialista en márketing y otro músico.
Problemas judiciales. En enero de 2003 fue juzgado junto a otros ocho acusados por presuntas irregularidades en el banco Credit Lyonnais. El tribunal lo absolvió y allanó su camino hacia la presidencia d el BCE.
Prueba de fuego. La crisis desencadenada por las hipotecas subprime en EEUU ha sometido al BCE a la prueba más dura desde su nacimiento. Trichet ha demostrado su independencia y, preocupado por el repunte de la inflación en la zona euro, ha resistido los llamamientos a una bajada de los tipos de interés procedentes, sobre todo, de su propio país y de su presidente, Nicolas Sarkozy.
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