Fernando Ravsberg15/05/2008, 12:43 PM
"No te imaginas cuánto se sufre cuando eres un niño, inconsciente aún de tu homosexualidad y no entiendes por qué todos te aíslan, por qué a los demás no los dejan jugar contigo o por qué te insultan en la calle".
"Jorge" canta en un grupo cubano bastante reconocido y es abiertamente gay, por momentos parece casi como si sintiera orgullo de serlo, pero cuando sus recuerdos llegan a la infancia el dolor se refleja en su rostro.Creo que recién después de aquella reunión con artistas cubanos fue que entendí el verdadero grado de crueldad de la homofobia, la dimensión del drama que enfrentan algunos seres humanos por el solo hecho de sentir distinto.
Pero la marginación no cesa con el tiempo, se incentiva. En el aula de mi hijo, en la Facultad de Informática de la CUJAE, nadie se sentaba junto al único gay del grupo, por lo que éste hizo toda su carrera rodeado de sillas vacías.
Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde los años en los que la naciente Revolución Cubana recogía e internaba en granjas a los gay para lograr su reconversión sexual a través del trabajo físico forzoso.
También han quedado atrás los tiempos en los que éstos eran, más o menos sutilmente, eliminados de las listas de alumnos de las universidades o perdían su puesto de profesor si se les comprobaban sentimientos hacia su propio sexo.
Fueron décadas en las que decenas de miles de ciudadanos sufrieron la represión y la marginación en su propia tierra de manos, paradójicamente, de una revolución que afirmaba que había llegado para liberar al pueblo cubano.
Increíblemente, los mismos que promovían la igualdad la mujer, la eliminación el racismo y el fin de las diferencias económicas, son los que estructuran una política institucional contra una de las minorías más vulnerable: los homosexuales.
Pero las cosas siguen cambiando y parece que para bien. Hace poco tuve una gran alegría cuando reencontré al hijo de unos viejos amigos en un grupo de prevención de "Hombres que hacen el amor con hombres", perteneciente a Salud Pública.
Samuel era todavía un adolescente cuando lo dejamos de ver pero ya sus inclinaciones sexuales parecían evidentes. A pesar de esto, su entorno lo encauzaba hacia una relación heterosexual, empujándolo a salir con chicas.
Hoy, con 20 años, estudia en la universidad, vive plenamente y ha logrado que su familia acepte su homosexualidad como algo natural, "no me importa lo que piense la sociedad, lo que me interesa es quedar bien conmigo mismo", me comenta.
Sin lugar a dudas el gobierno ha cambiado sus políticas y la sociedad en general sus puntos de vista sobre el tema, pero la transformación más importante que se ha producido se percibe dentro de Samuel, cuando me dice: "tengo derecho a ser quien soy".
Tengo una gran amiga que es lesbiana, vive en un solar de La Habana Vieja y se dedica al cuidado de un parqueo de automóviles, ella es de los que se burlan de los prejuicios de la gente, vive con su pareja y no da explicaciones a nadie.
"Al principio empezó el 'runrún' de que era 'tortillera' y no faltó quien me vino a preguntar si era cierto. Yo no doy detalles sobre mi intimidad, yo no creo que las personas, como los perros, debamos olernos los genitales para conocernos".
Ella sostiene que incluso entre los homosexuales, las mujeres llevan la peor parte, "imagínate que nos desprecian tanto que hay miles de chistes sobre maricones y prácticamente ninguno sobre lesbianas", me dice riendo.
Su sonrisa es perenne: ha saltado sobre todos los escollos que le ha puesto la sociedad y hoy es una persona conocida, respetada y querida en su entorno. Incluso los más homofóbicos reconocen que "es invertida pero es buena gente".
Ahora, la hija del presidente Raúl Castro, Mariela, directora del Centro de Educación Sexual, presentó al parlamento un proyecto de ley para que se reconozcan los derechos de los gay, incluyendo las uniones entre personas del mismo sexo.
Si esto se aprobara sería la primera vez en la historia de Cuba que los homosexuales tendrían derechos respaldados por la ley, a los que podrían apelar si fueran discriminados por las autoridades o atacados en la sociedad.
En manos del parlamento cubano está ahora saldar la deuda que la Revolución Cubana tiene con una de las minorías sociales que ha sufrido durante décadas la incomprensión social y la marginación oficial.
Será el primer paso para evitar que niños como "Jorge" continúen sufriendo discriminación, humillaciones e insultos, cuando aún sus pequeñas mentes infantiles no son capaces de comprender por qué es tan difícil ser diferente.
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