01 junio 2009

GENERAL MOTORS SE DECLARA EN QUIEBRA...

La reestructuración del mayor fabricante de automóviles de EE.UU. supondrá la eliminación de miles de puestos de trabajo, el cierre de 14 plantas y de cientos de concesionarios Obama dice que permitir el colapso de GM habría sido "devastador"

01/06/2009 Actualizada a las 18:52h Washington. (EFECOM).-

General Motors (GM), el mayor fabricante de automóviles de Estados Unidos, se declaró en quiebra en un tribunal de Nueva York al no poder reestructurar su deuda tal y como había exigido el Gobierno estadounidense. Se trata de la mayor bancarrota industrial de la historia de los Estados Unidos.

Fritz Henderson, presidente y consejero delegado de General Motors, dijo que "hoy es un día difícil pero muy importante" para la compañía y aseguró que "supone un momento histórico". Henderson, que pidió a los clientes de la vieja GM que "nos den otra oportunidad".Por su parte, el presidente de EE.UU., Barack Obama, defendió su decisión de intervenir en la automovilística con una nueva inyección de capital de 30.000 millones de dólares (21.125 millones de euros), aunque dejó claro que su administración no quería hacerlo, pero que se ha visto obligada porque haber permitido su "colapso" habría sido "devastador" para la economía del país y para millones de estadounidenses.

Obama advirtió en una comparecencia pública en la Casa Blanca que el proceso de bancarrota de General Motors será "más largo" y "costoso" que el que está a punto de concluir su competidor Chrysler ya que, según subrayó, GM es una empresa "más grande" y "compleja", y con operaciones "en muchas partes del mundo". "El colapso del sector sería devastador para nuestra economía", afirmó Obama, quien en varias ocasiones ha reiterado la importancia de una industria automotriz "competitiva" y "viable", al tiempo que reconoció que se seguirán perdiendo más empleos y cerrando nuevas plantas y pidió a los consumidores que no teman al proceso de reestructuración porque tendrán "todas las garantías".

El presidente explicó que debido a una situación "heredada" de la anterior Administración, su Gobierno se ha visto en la "ingrata posición" de tener que intervenir empresas privadas, aunque aclaró que en ningún momento tiene intención de dirigir la compañía y que actuará como un accionista más. Tanto GM como la Casa Blanca prevén que la empresa se mantendrá en quiebra "entre 60 y 90 días", el tiempo suficiente para completar su reestructuración que supondrá la eliminación de miles de puestos de trabajo, la reducción de su deuda, el cierre de 14 plantas, así como miles de concesionarios.Cuatro plantas son de montaje, cuatro de estampado y seis de ejes motor.

El primer cierre, en junio, será el de la planta de estampado de Gran Rapids. Las cuatro plantas de montaje cerrarán entre julio y noviembre de este año. Pero de las cuatro plantas de montaje, dos de ellas (las localizadas en Orion (Michighan) y Spring Hill (Tennessee) cerrarán de forma temporal a la espera de que el aumento de la demanda de vehículos permita su reapertura. En la misma situación quedará la planta de estampado de Pontiac, también en Michigan, cuyo cierre temporal está previsto para diciembre del 2010. General Motors advirtió que los cierres se podrían acelerar "dependiendo de la demanda del mercado".

Los cierres reducirán el número total de plantas de montaje, estampado y ejes motor en Estados Unidos de 47 en el 2008 a 34 para finales del 2010 y 33 para el 2012. La empresa también confirmó que fabricará en Estados Unidos un automóvil de reducidas dimensiones en una de las dos plantas de montaje que cerrará temporalmente. Esa planta tendrá capacidad para producir 160.000 vehículos al año. Pero el fabricante no especificó cuándo espera iniciar la producción de ese nuevo vehículo. GM también dijo que el 31 de diciembre de este año cerrara tres centros de distribución de piezas de repuesto en Boston (Massachusetts), Jacksonville (Florida) y Columbus (Ohio). La Casa Blanca anunció en la noche del domingo que proporcionará al fabricante de automóviles 30.100 millones de dólares, que se sumarán a los casi 20.000 millones ya aportados, para que pueda funcionar durante la quiebra y reestructurar sus operaciones.

El plan de GM y el Gobierno estadounidense es que los activos "buenos" del fabricante sean vendidos durante el proceso judicial a la nueva GM mientras que los activos no rentables serán liquidados. El presidente estadounidense, Barack Obama, tiene previsto explicar hoy poco antes de las 12.00 hora local (las 16.00 GMT) la decisión de permitir la mayor quiebra industrial del país. Poco después, a las 12.15 hora local (16.15 GMT) el presidente de General Motors, Fritz Henderson, detallará porqué la empresa se ha visto forzada a recurrir a la quiebra y anunciará el cierre de 14 plantas en Estados Unidos durante los próximos meses. El accionariado de la nueva General Motors estará dividido entre el Gobierno estadounidense (un 60 por ciento), el sindicato United Auto Workers (un 17,5 por ciento con la posibilidad de llegar hasta el 20 por ciento), Canadá (un 12,5 por ciento) y los acreedores (un 10 por ciento con la posibilidad de llegar hasta el 25 por ciento).
La nueva GM tendrá un tamaño significativamente inferior al de la vieja compañía, tanto en Norteamérica como en el resto del mundo. En Estados Unidos, GM se quedará reducida a cuatro marcas (Chevrolet, Buick, Cadillac y GMC) en vez de las ocho actuales. Y su red de concesionarios pasará de 6.000 a 3.600. En términos laborales, empleará sólo a unas 56.000 personas. Y en Europa occidental, su presencia se reducirá al mínimo tras deshacerse de Saab y pasar el control de Opel y Vauxhall a un consorcio liderado por el fabricante canadiense Magna.
EDITORIAL

Obama rompe el miedo a las nacionalizaciones temporales con el rescate de General Motors
02/06/2009

General Motors (GM), uno de los tres iconos americanos de la prosperidad del capitalismo, junto con Citibank y Coca-Cola, será nacionalizada temporalmente a través de un minucioso proceso legal y financiero que incluye, en primer lugar, la declaración de quiebra, la aportación pública de 30.000 millones de dólares al capital del grupo automovilístico y el control del 60% del capital de la empresa reducida que salga de la quiebra. Obama lo explicó ayer a la nación: no era posible permitir la desaparición de General Motors -ni de Chrysler- por las consecuencias devastadoras para el empleo y la imagen del país; GM se salvará y el Estado actuará en la compañía como un "accionista renuente". Una vez que la compañía se consolide, los poderes públicos abandonarán su Consejo de Administración.

Los mensajes pueden ser discutibles, pero tienen la virtud de su claridad. Empujada por la profundidad de la crisis, la Administración de Obama ha cambiado por completo los criterios de la etapa anterior. Frente a la desregulación ideológica de Bush, Obama practica el intervencionismo sin complejos. La condición es que la empresa o grupo rescatado tengan relevancia estratégica y económica. Entiende el presidente que para conjurar la recesión es necesario aplicar recursos públicos y romper el miedo psicológico a una nacionalización parcial y temporal por razones de fuerza mayor. La gravedad de la recesión es tal que dos de los tres símbolos del capitalismo citados están sometidos a tratamiento intensivo con capital público: Citigroup ha recibido una inyección de 45.000 millones y su recuperación se vigila atentamente desde el Departamento del Tesoro.
Frente a las opiniones ortodoxas que se rasgan las vestiduras por la violación de los códigos no intervencionistas hay que oponer la singular eficacia de las operaciones de salvación y la pericia política para resolver un problema tan complejo como separar GM y Opel y salvar luego a cada una por separado. En épocas atribuladas, la resolución para actuar es la mejor virtud. Ni a Obama ni a Angela Merkel les ha faltado. Queda por comprobar si los gestores de la nueva GM y de la recompuesta Opel son capaces de resolver el problema del exceso de producción automovilística global. El mercado mundial necesita nuevos agentes para jugar con Japón. GM y Opel pueden ser dos de ellos; y Fiat-Chrysler, cuya fusión se aprobó ayer, otro.

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