Popayán, 22 de abril de 2009
Uribe muestra síntomas de agotamiento. Señales importantes así lo dejan ver. Sus hijos hacen negocios non sanctos – según ellos – sin su aprobación, los ministros no le cumplen las tareas, tuvo que reversar decisiones ya tomadas sobre los referendos en marcha (del agua y la cadena perpetua para violadores de niños), se vio obligado a reducir el precio de la gasolina intentando detener el paro de los camioneros, y contra todo pronóstico, tuvo que solicitar un cupo de crédito al FMI por US$10.400 millones para enfrentar la recesión económica después de haber sostenido durante más de 10 meses que la economía colombiana estaba blindada frente a la crisis mundial.
Uribe muestra síntomas de agotamiento. Señales importantes así lo dejan ver. Sus hijos hacen negocios non sanctos – según ellos – sin su aprobación, los ministros no le cumplen las tareas, tuvo que reversar decisiones ya tomadas sobre los referendos en marcha (del agua y la cadena perpetua para violadores de niños), se vio obligado a reducir el precio de la gasolina intentando detener el paro de los camioneros, y contra todo pronóstico, tuvo que solicitar un cupo de crédito al FMI por US$10.400 millones para enfrentar la recesión económica después de haber sostenido durante más de 10 meses que la economía colombiana estaba blindada frente a la crisis mundial.
Todo lo anterior después de haber hecho el ridículo en Trinidad y Tobago. Fidel lo comentó así: “A la izquierda de Obama estaba un señor al que no pude identificar bien, cuando ponía la mano sobre la espalda de Obama, como un colegial de ocho años a un compañero de la primera fila.” Y tuvo el descaro de salir a presentar como un gran logro de su diplomacia, el haber conseguido el autógrafo del presidente de los EE.UU. sobre una servilleta. Era la prueba de que obtuvo la promesa de una cita en Washington y de una futura visita de Obama a Colombia. ¿Qué podemos decir? ¡Qué indignidad! Soberbio y altanero frente a su pueblo, de rodillas frente al imperio.
Ayer (21.04.09), en el anuncio público de la forzada reducción del precio del combustible, se mostró desencajado y furioso. Y no es para menos. Además de todo lo anterior, su política exterior ha sido desbastada por el impacto de los cuestionamientos internacionales a la ley de justicia y paz, la denuncia de los “falsos positivos” y el descarado espionaje de los organismos de inteligencia del alto gobierno a magistrados, políticos, periodistas y empresarios. Aunque los medios colombianos no lo divulguen, no ha podido ocultar los crímenes de Estado ante la opinión europea y norteamericana. Graves serán las repercusiones.
A pesar de todo y contra toda lógica, debe seguir adelante con su estrategia de reelección. La inocultable corrupción en la campaña de recolección de firmas, la opinión de numerosos sectores empresariales y de la iglesia en contra de tal propósito, el bajón que ha tenido en las encuestas, las fisuras políticas entre algunos sectores de la coalición de gobierno, los conceptos de destacados constitucionalistas, nada lo detiene. Su destino está escrito. No es por obsesión de poder, como algunos piensan. Son los crímenes que lo atan al poder. No confía en nadie de su séquito para una posible sucesión. Solo tiene dos caminos: alargar su mandato mediante una “dictadura constitucional” ó enfrentar a corto plazo la justicia, que si no es en Colombia, será en la Corte Penal Internacional. Es su trampa y su tragedia.
Con toda la mesa servida, las fuerzas de la oposición y de la izquierda no ajustan su estrategia. El liberalismo vacila entre radicalizar su oposición a Uribe o llegar a acuerdos con sectores uribistas. El Polo se enreda en pequeñas peleas intestinas. Fajardo sigue su marcha aspirando a pasar por el medio. Las fuerzas sociales sin la unidad y la fuerza que el momento requiere. Pareciera que las influencias y aspiraciones político-electorales entorpecieran la acción política que puede encabezar La Minga, el movimiento de víctimas del conflicto y otros sectores sociales.
La lucha por la paz y la reconciliación siguen a la orden del día. Es otra de las debilidades de Uribe. El movimiento “Colombianos por la Paz” continúa haciendo esfuerzos por ambientar escenarios de diálogo pero, termina – sin proponérselo -, condicionado por las respuestas y/o acciones de las FARC. Se necesita una acción autónoma e independiente que represente con mayor fuerza y vigor a la sociedad en su conjunto. ¡Hay que parar la guerra!
Uribe está en uno de sus peores momentos. No hay que dejarlo respirar. Necesita con urgencia de alguna locura de la insurgencia. Sería el oxígeno que tanto necesita. Ojalá no se lo den.
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