AP
Miércoles, 08-04-09
Al paso que va el presidente de los Estados Unidos, su regreso a la Casa Blanca va a ser lo que realmente se convierta en primicia de portada. Decidido a forjar un irrevocable antes y después, tras un viaje que ya era por sí mismo histórico, Barack Obama no ha podido resistirse a culminarlo con un cegador broche de oro mediático: la visita a las tropas norteamericanas en tierras iraquíes, donde, evidentemente, ha vuelto a lanzar un nuevo y contundente mensaje al mundo, en esta ocasión a cuento de la importancia de la tarea a realizar por sus soldados los próximos 18 meses en Irak.
Miércoles, 08-04-09
Al paso que va el presidente de los Estados Unidos, su regreso a la Casa Blanca va a ser lo que realmente se convierta en primicia de portada. Decidido a forjar un irrevocable antes y después, tras un viaje que ya era por sí mismo histórico, Barack Obama no ha podido resistirse a culminarlo con un cegador broche de oro mediático: la visita a las tropas norteamericanas en tierras iraquíes, donde, evidentemente, ha vuelto a lanzar un nuevo y contundente mensaje al mundo, en esta ocasión a cuento de la importancia de la tarea a realizar por sus soldados los próximos 18 meses en Irak.
En un discurso ante las tropas estadounidenses en la base de Camp Victory (sobre estas líneas), cerca del aeropuerto de Bagdad, el mandatario recordó que los iraquíes tendrán que ir asumiendo su responsabilidad por la seguridad del país con vistas a la retirada en 2010 del último soldado norteamericano. Unas palabras que deben leerse en clave de coherencia política -tras su oposición como senador a la guerra-, pero también como el reconocimiento a una intervención -discutible en sus orígenes hasta donde se quiera- que ha terminado con una realidad perfectamente descrita por el propio Obama en el elogio, ante 600 soldados, del «sacrificado servicio» y el «logro extraordinario» de conseguir que Irak avance «hacia una democracia madura». -
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