La primera dama de Estados Unidos suele elegir ropa de diseñadores poco conocidos, de origen latino o asiático. ¿Quiénes son? ¿Y por qué los escoge?
por Sofía Beuchat, para revista Mujer 05/04/2009 - 10:32
Las mujeres norteamericanas al fin pueden sentirse identificadas con el estilo de su primera dama. La prensa internacional ha llenado de elogios a Michelle Obama por la manera en que ha relajado el modo de vestir tradicionalmente acartonado de las mujeres en su posición, sin caer en la informalidad. Por eso, las revistas Vanity Fair y People la incluyeron en la lista de las 10 mujeres mejor vestidas del mundo, que elaboran anualmente, mientras que la Vogue americana la llevó en su portada, honor que hasta ahora sólo habían tenido Bess Truman y Hillary Clinton.
“Hace más de medio siglo que no teníamos una primera dama que fuera un ícono de la moda. Esto hay que celebrarlo”, asegura Mandi Norwood, escritora y editora de moda que prepara el libro Michelle´s Style (El Estilo de Michelle). Y Nicole Phelps, de style.com, agrega que la mujer de Barack Obama ha encontrado “un estilo elegante, que le va bien”.
Aun así, abundan comentarios en su contra. No son pocos los que consideran que escoge ropa que la hace verse gorda, que opta por colores que no le asientan, que transa estilo por comodidad y que abusa de los chalecos. Pero a Michelle esto no logra abatirla. “Siempre va a haber alguien a quien no le gusta lo que te pones”, ha dicho.
Es probable que estas palabras en su contra tengan más que ver con el cuerpo de Michelle que con su ropa. Porque, vamos, ella no es una modelo, sino una mujer de 45 años, madre de dos hijas (Malia, de 10 años, y Sasha, de 7), abogada por la Universidad de Harvard y socióloga por la Universidad de Princeton. Aunque cuida su peso y tonifica su cuerpo, es muy grande (mide 1 m 82 cm), tiene caderas anchas, muslos gruesos y pantorrillas importantes. Puede sacarse partido con la ropa correcta, pero ninguna falda, vestido o pantalón hará milagros. Nunca tendrá la espigada elegancia de Jackie O, aunque haya quienes insistan en compararlas.
Estamos ante una mujer que sabe que Estados Unidos no está de ánimo para financiar el clóset de una primera dama amante de la alta costura. Con seguridad en sí misma y sin asomos de arribismo, Michelle ha mostrado orgullo por su origen de clase media. Por eso, considera que usar el mismo par de vistosos zapatos Jimmy Choo en dos ocasiones diferentes –cosa que se comentó en los blogs de moda– no es ningún pecado. Del mismo modo, se ha dado el lujo de asistir a programas de televisión con un cardigan de J. Crew, una popular marca de retail norteamericana, sin salir trasquilada. O de llevar un chaleco común sobre un traje de noche, simplemente porque “necesitaba ser práctica: hacía frío”.
Su costumbre de mezclar ropa exclusiva con prendas de consumo masivo ha sido tan aplaudida como imitada. Y tiene su raíz en su necesidad de sentirse cómoda. “Amo la ropa. Pero, sobre todo, uso lo que amo. Tenemos que enfocarnos en lo que nos haga felices, en lo que nos haga sentir confortables y hermosas. Si en algo puedo influir, me gustaría que las mujeres se sientan bien consigo mismas y que lo pasen bien con la moda”, dijo a Vogue.
Además, esto de ser la primera mujer negra que llega a la Casa Blanca la ha convertido en un símbolo para las minorías, apoyo que ella ha sabido capitalizar al preferir diseñadores de origen latino o asiático. Le falta todavía escoger un diseñador negro (afroamericano, dirían allá), cosa que la Asociación Norteamericana de Artistas Negros se ha encargado de recordarle insistentemente. Pero ya vendrá, de eso no cabe duda. “Michelle Obama opta por el talento y no por un nombre famoso, lo cual nos llena de entusiasmo”, declaró Patricia Mears, directora adjunta del Museo del Instituto Tecnológico de la Moda, en Nueva York.
El más conocido de los diseñadores predilectos de Michelle es Narciso Rodríguez, norteamericano de origen cubano. Suyo es el vestido negro y rojo que llevó en la noche de la victoria electoral. Los demás son jóvenes que recién están empinándose en la fama. Como un hada provista de varita mágica, la primera dama de Estados Unidos ha levantado el nombre de estos modistos emergentes a la cima de la fama cada vez que se deja fotografiar con sus trapos.
“Michelle Obama tendrá una influencia similar a la que tuvo la serie Sex & the City, que llevó los nombres de los diseñadores de moda a muchos hogares. Pero a mayor escala. Ya no se necesitará tener televisión por cable para enterarse de lo que escoja. Todo el mundo lo sabrá”, afirmó Sasha Charnin, directora de moda de US Weekly.
El primer modisto que alcanzó fama gracias a Michelle Obama fue Thakoon Panichgul. La noche en que Barack Obama aceptó ser candidato a la presidencia, ella llevaba un vestido floreado que acaparó miradas. Pronto se supo que era de este creador que nació en Tailandia, llegó a Estados Unidos a los 11 años, creció en Nebraska (curiosamente, en un pueblo llamado Obama) y estudió negocios en Boston.
Panichgul comenzó a internarse en la moda al trabajar como redactor en varios medios neoyorquinos, lo que lo impulsó a estudiar en la famosa Parsons School of Design entre los años 2001 y 2003. Su primera colección, presentada en septiembre de 2004, reclutó a sus primeras clientes célebres: las actrices Demi Moore y Sarah Jessica Parker. Pero el nombre de Thakoon tuvo que esperar a que la foto de Michelle Obama con su vestido con flores diera la vuelta al mundo para trascender más allá del mundillo fashion.
A poco andar, se sumaron a la lista de escogidos por la primera dama cuatro diseñadores: María Pinto, Jason Wu, Isabel Toledo y la chilena María Cornejo. Pero, ¿cómo llegó Michelle Obama a optar por estos creadores de poco renombre, en desmedro de diseñadores con más trayectoria?
La gran responsable es Ikram Goldman, dueña de la boutique Ikram de Chicago. Antes de siquiera pensar en que algún día su esposo sería presidente, Michelle Obama solía comprar en esta tienda del Gold Coast de Chicago, que comercializa ropa de diseñadores en alza. Ikram nació en Israel, vive desde pequeña en Estados Unidos, tiene 41 años y ha sido lo suficientemente inteligente como para manejar con total discreción su relación con la primera dama. No da entrevistas ni habla sobre Michelle. No tiene ningún cargo oficial relacionado con el gobierno y no se sabe si recibe algún tipo de pago o comisión por su asesoría. Pero nadie duda de que la señora Obama confía ciegamente en ella.
Cada vez que en Estados Unidos asume un presidente, las primeras damas citan diseñadores a la Casa Blanca. Pero Ikram y Michelle optaron por un mecanismo más práctico. Ikram escoge a los diseñadores que trabajan con su tienda, les manda las medidas de Michelle y los hace diseñar prácticamente a ciegas. Ellos no conocen personalmente a la primera dama ni ella sabe quién es el gestor de cada propuesta. Además, al diseñar, desconocen para qué ocasión se hizo el encargo; sólo reciben pautas sobre su grado de formalidad. Tampoco saben si sus diseños finalmente serán usados por la mujer que los inspira; sólo se enteran por la prensa.
Por eso, Jason Wu casi se cae de su silla el 20 de enero pasado cuando, mientras comía una pizza viendo televisión, vio a la primera dama entrando en la gala inaugural del actual mandato con el vestido blanco de seda y un hombro descubierto –más romántico que sexy– que había diseñado con tanta esperanza. Al día siguiente, la página web de este diseñador recibió más de cuatro millones de visitas. El largo vestido se conservará, junto a los trajes usados por las 21 primeras damas anteriores para la misma ocasión, en el Smithsonian Institution de Washington. Además, en marzo, Michelle llevó un traje de Jason Wu en la foto que Vogue escogió para su portada, con el que se veía –según apuntó la revista People– “simple y elegante”. Todo lo cual, claro, ha catapultado la fama de este diseñador de origen japonés que vive en un pequeño departamento en Manhattan y apenas tiene 26 años.
La misma sorpresa tuvo Isabel Toledo, diseñadora de origen cubano, al ver a la primera dama en la ceremonia de toma de posesión de Barack Obama con un conjunto de vestido y abrigo diseñado por ella. Con la sutil informalidad que ya se le conocía, Michelle Obama combinó este traje de lana y seda francesa y detalles de pedrería en el cuello, con un par de guantes de su adorada tienda J. Crew. La prensa especializada aplaudió que haya optado por ese color amarillo-verdoso, tan diferente del predecible rojo o azul que han usado otras mujeres en la misma situación.
A los 47 años, Isabel Toledo logró el reconocimiento que nunca soñó mientras trabajó en los talleres de Anne Klein, intentando rejuvenecer esa marca. Toledo declaró que había escogido ese color con la intención de “iluminar” a la primera dama. Pronto pondrá a la venta una versión primaveral del aplaudido conjunto, que se venderá por 1.500 dólares.
Otra de las diseñadoras apadrinadas por Ikram que ha visto crecer su reputación en todo el mundo es María Cornejo, conocida por su marca Zero + María Cornejo, que participa en las semanas de la moda de Nueva York, Milán y París. María nació en Chile, pero se fue con sus padres a Londres y hoy vive en Brooklyn junto a su marido, el fotógrafo Mark Borth-Wick. Además de vender su ropa en la boutique de Chicago y en su atelier en Nueva York, comercializa sus diseños en 27 puntos de venta en Estados Unidos y en selectas boutiques de Londres, Hong Kong y Dubái. Su ropa tiene una elegancia discreta; por eso, Michelle ha escogido su ropa para actividades sencillas, pero que no la libran del escrutinio público. Como cuando, durante la campaña de su marido, viajó en tren entre Filadelfia y Washington.
Para el día, la señora Obama también opta por ropa de María Pinto, conocida por lograr un adecuado balance entre lo estructurado y lo romántico; entre lo rígido y lo etéreo. Esta diseñadora viene de una familia italiana, lo que explica la mezcla entre pasión y elegancia que tienen sus diseños, creados para “empoderar” a sus usuarias sin sacrificar feminidad. Luego de trabajar como asistente del célebre Geoffrey Beene, presentó su primera colección en 1991, en la tienda Bergdorf Goodman. Hoy, a sus 51 años, vende en Barney´s y Sacks Fifth Avenue. Además de Ikram, por supuesto.
En junio, Michelle Obama recibirá una distinción más por su estilo: el Consejo de Diseñadores de Moda de Estados Unidos (más conocido como CFDA) anunció que su junta de directores le rendirá un tributo especial en su entrega anual de premios. ¿La razón? Su compromiso con la moda estadounidense. Además, se establecerá una beca al diseño joven, que llevará el nombre de Michelle Obama. Qué mejor manera de dejar para la posteridad el valor que tiene atreverse a tener un estilo propio, sin miedo a la crítica.
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