05 noviembre 2009

A 20 AÑOS DE LA CAÌDA DEL MURO DE BERLÌN....


Foto: Fuente Externa

A partir de esos hechos, los propagandistas del imperialismo lanzaron una gran campaña sobre el "fracaso del socialismo y la supremacía del capitalismo".
Alicia Sagra Correo Internacional 4-11-2009 a las 21:28
Fuente: Kaos en la Red...

El 9 de noviembre, se cumplirán 20 años de un hecho que conmovió al mundo: la caída del Muro de Berlín. El 9 de noviembre de 1989, se anunció oficialmente, en conferencia de prensa que, a partir de la medianoche, los alemanes del Este podrían cruzar cualquiera de las fronteras de Alemania Democrática (RDA), incluido el Muro de Berlín, sin necesidad de contar con permisos especiales.
De inmediato se corrió la voz en ambas partes de la ciudad dividida y, mucho antes de la medianoche, miles de berlineses se habían congregado a ambos lados del muro. En el momento esperado, los berlineses del Este, comenzaron a pasar por el puesto de control. Abundaron las escenas llenas de emoción: abrazos de familiares y amigos que habían estado separados por mucho tiempo, llanto, rostros que reflejaban incredulidad, brindis con champagne o cerveza, regalos de bienvenida a los visitantes, flores en los parabrisas de los autos que cruzaban la frontera y en los rifles de los soldados que custodiaban los puestos de vigilancia. Después se dieron las escenas que recorrieron el mundo de miles de jóvenes volteando el muro a martillazos.
Se había cumplido una gran reivindicación nacional que existía desde que, el 13 de agosto de 1961, los líderes de la antigua República Democrática Alemana (RDA) ordenaron la construcción de una pared de concreto de 166 kilómetros de largo y cuatro metros de altura para dividir en dos la ciudad de Berlín.
No fue una concesión de las autoridades
La caída del Muro fue la culminación de un proceso revolucionario que se venía desarrollando y que se fue manifestando de deferentes maneras: aumentaron la fugas e intentos de fuga de Alemania del Este, algunos intentando atravesar el Muro, pero en su gran mayoría yendo hacia Hungría, donde el 2 de mayo los soldados húngaros habían comenzado a derribar las fronteras con Austria. Por ese camino, a mediados de septiembre, 15.000 alemanes orientales habían pasado a Alemania Federal.

A partir de octubre se inician grandes marchas en diferentes ciudades de Alemania del Este. Comenzó en Leipzig, pero semana tras semana las marchas se fueron generalizando en las diferentes ciudades y aumentando el número de los manifestantes. El 18 de octubre, el presidente Honecker, que había intentado responder con la represión, fue despojado de todos sus cargos y reemplazado por Egon Krenz, el antiguo jefe de seguridad. Krenz intentó apaciguar a los manifestantes, pero no lo consiguió. El 23 de octubre se movilizaron 200.000 personas y el 6 de noviembre el número subió a casi 500.000.
Ante esta imparable situación, el 7 de noviembre renuncia todo el consejo de ministros, el organismo que regía el destino de la RDA. Dos días después caía el muro de Berlín.
No fue un fenómeno aislado
Por el contrario, la caída del Muro fue el símbolo de un impresionante proceso revolucionario de masas en contra los regímenes totalitarios de partido único de Europa del Este, que se fueron desmoronando como castillos de naipes uno a uno.
En Polonia, después de gran cantidad de huelgas por las insostenibles condiciones de vida, los dirigentes del sindicato Solidaridad (que había sido ilegalizado 7 años antes) negociaron con el gobierno una legislación sindical, cambios constitucionales y elecciones libres. En julio de 1989 se dan las elecciones y los candidatos de Solidaridad se imponen ampliamente en el senado y la cámara baja; y en agosto Tadeuz Mazowiecki, editor del periódico de Solidaridad, se convierte en el Primer Ministro de Polonia.

En Checoslovaquia, el 21 de agosto de 1989 miles de manifestantes se lanzaron a la calle en el vigésimo aniversario de la invasión a Checoslovaquia por tropas del Pacto de Varsovia. A mediados de noviembre se formó una asamblea de estudiantes que marchó sobre la plaza Wenceslas para manifestar su descontento por el sistema imperante.
La policía antimotines los atacó brutalmente pero, durante los siguientes días, miles de ciudadanos se reunieron en la misma plaza para protestar por la represión y para exigir elecciones libres y la destitución del presidente. El Partido Comunista tuvo que ceder el poder a una mayoría que no pertenecía al partido. En el nuevo gabinete formado en diciembre había 11 representantes no comunistas. Además se legalizó la formación de partidos de oposición.
En Hungría, el proceso comenzó antes. Ya en 1988 es derrocado el Primer Ministro János Kádar, que es reemplazado por Karoly Grosz. En mayo de 1989 el gobierno ordenó al ejército que comenzara a desmantelar la alambrada que marcaba la frontera con Austria, hecho que catalizó como ya vimos el proceso alemán. El 10 de junio el Partido Comunista Húngaro y la oposición firmaron un acuerdo que marcó la transición de Hungría hacia el multipartidismo.
Todos estos hechos fueron productos de grandes movilizaciones de masas, pero que tuvieron un carácter no violento, por eso se les dio la denominación (que al principió sólo se aplicó a Checoslovaquia) de "revoluciones de terciopelo". Pero hubo un caso diferente.
En Rumania, desde 1972, el presidente Nicolae Ceausescu venía gobernando con mano de hierro. No toleraba ninguna diferencia, ni a nivel del país ni del partido. Sus familiares directos, su esposa y su hijo ocupaban puestos clave en el gobierno y eran conocidos los hechos de corrupción en los que estaban involucrados.

A mediados de diciembre de 1989 se dieron manifestaciones de protesta contra el gobierno. Ceausescu da la orden de reprimir, que no es acatada por los soldados, muchos de los cuales cambian de bando. El pueblo rumano sale multitudinariamente a festejar el triunfo. Pero las tropas especiales que permanecían fieles al gobierno realizan una sangrienta represión el 21 de diciembre en Bucarest y otras ciudades.

Esto provocó una violenta reacción del movimiento de masas que contaba con el apoyo de un sector del ejército. Se dan fuertes enfrentamientos hasta que, el día 23 de diciembre, el Presidente y su esposa son aprendidos, acusados de abuso de autoridad y del asesinato de 60,000 rumanos. Dos días después fueron ejecutados. Asumió el poder, como gobierno interino, el Frente de Salvación Nacional, constituido por antiguos miembros del partido comunista que se habían opuesto a Ceausescu y por profesionales e intelectuales disidentes.Todo este proceso contra los regímenes del partido único culminó en 1991 con la caída del régimen soviético.

¿Cuál fue el carácter de estas movilizaciones?
A partir de esos hechos, los propagandistas del imperialismo lanzaron una gran campaña sobre el "fracaso del socialismo y la supremacía del capitalismo". Esto fue reafirmado por la actitud de los partidos comunistas, que lloraban la caída de esos regímenes y hablaban de una "terrible derrota mundial".
La LIT-CI, desde un primer momento, tuvo una posición opuesta: esos regímenes no fueron volteados por el imperialismo, sino por movilizaciones de masas que reclamaban por sus condiciones de vida. Por eso, su caída tuvo un carácter altamente revolucionario, que llevó a la destrucción del centro mundial del estalinismo, que se había convertido en chaleco de fuerza para la clase obrera y el movimiento de masas de todo el mundo.

Pero entre las organizaciones trotskistas, que en general tenían esa definición (incluso dentro de la LIT-CI de esa época), se abrió una gran polémica sobre las consecuencias de esos procesos ¿Qué era lo predominante? ¿La destrucción del aparato estalinista o la restauración del capitalismo que se dio en todos estos estados obreros degenerados?

Martín Hernández, en su libro El veredicto de la Historia, que presentaremos a fines de octubre en Buenos Aires y Rosario, da una interpretación a esos hechos. Sobre esto hablaremos en el próximo número de Lucha Socialista.
¿QUÉ CONCLUSIONES SACAMOS?
Los procesos del Este, abrieron grandes polémicas en la vanguardia obrera y de izquierda, a nivel mundial. Después de 20 años, y en medio de la crisis global del capitalismo, tenemos una mejor perspectiva histórica para retomar el debate. Fueron muchas las organizaciones golpeadas por esos grandes hechos. Fue el caso de los partidos comunistas que vieron caer, uno tras otros, a sus sostenes políticos y, muchas veces, materiales.
Pero también el de gran parte de las organizaciones trotskistas. El caso extremo fue el llamado Secretariado Unificado (SU), que llegó a la conclusión de que, con la caída del Muro se borraban las fronteras entre revolucionarios y reformistas, sacó de su programa la lucha por dictadura del proletariado y pasó a integrar gobiernos burgueses.

Otros, como el MST (Movimiento argentino, sin ser tan explícitos, llegan a conclusiones que los llevan por el mismo camino. Según ellos, los grandes cambios del 89-91, obligan a ser más "flexibles", a abandonar la "ortodoxia". Por eso, ahora construyen partidos junto a los reformistas, como el PSOL brasilero, e incluso con representantes de la burguesía (como intentaron hacer en Argentina con el peronista católico Mario Cafiero) y apoyan a gobiernos burgueses como en Venezuela. Y detrás de ellos está todo un pelotón de diferentes organizaciones que, poco a poco, fueron cambiando los objetivos, la razón de ser, de su militancia.
La actividad electoral pasó a ser la central. La lógica de las elecciones se impuso sobre la lógica de las luchas. La unidad para luchar pasó a ser secundaria. Si la lucha se gana o no, si la clase se fortalece o se debilita, todo es secundario, lo fundamental es cuánto se fortalece el aparato partidario y cuantas veces se aparece por la TV
Siempre hubo organizaciones que actuaban así, pero después de los procesos del Este, eso se generalizó. La explicación está en que, con mayor o menor conciencia, estos sectores fueron abandonando la perspectiva de la revolución. Unos porque piensan que ya no es necesaria, otros porque creen que ya no se puede, abandonan la lucha por el poder y se dedican a "construir poder" dentro del capitalismo o a hacer propaganda sobre un futuro socialista indefinido.

De una u otra forma, esas organizaciones fueron golpeadas por el "vendaval oportunista" alimentado por la campaña imperialista de que "el socialismo murió". La LIT-CI no se salvó de ese "vendaval", fuimos prácticamente destruidos por él. Y nuestra reconstrucción se debe, en gran parte, a que pudimos avanzar en una interpretación de esos hechos, que no nos llevó a rechazar, sino a verificar la total actualidad del trotskismo y de la perspectiva de la revolución socialista.
Restauración y revolución
En su libro El veredicto de la historia, Martín Hernández afirma:
La falta de claridad sobre los diferentes momentos de los llamados 'procesos del Este' ha sido, y sigue siendo, fuente de enormes confusiones. (.) Normalmente se organizan interminables debates (.) Y surge inevitablemente la pregunta: desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores ¿lo que ocurrió en el Este europeo fue positivo o negativo? Este tipo de pregunta generalmente lleva implícita la confusión de creer que fueron las movilizaciones las que, en su lucha contra la burocracia, acabaron derribando lo que restaba de los estados obreros. Algo así como 'tiraron al niño junto con el agua sucia'. Pero eso no fue así (.)
Si observamos los acontecimientos desde el punto de vista histórico, podemos ver que a lo largo de décadas hubo varios intentos de tirar abajo a la burocracia. Esos intentos fueron derrotados, la burocracia no fue expulsada del poder y ésta llevó la restauración del capitalismo. Este hecho, sin ninguna duda, fue sumamente negativo. Es, en sí mismo, la máxima expresión de la crisis de dirección revolucionaria. Si la historia hubiese parado allí, hoy estaríamos posiblemente ante una de las más grandes derrotas de la historia del proletariado mundial. Pero la historia no se detuvo allí. Después de que la burguesía retomó el poder, las masas fueron a las calles y derribaron a sus agentes y, con ello a los regímenes dictatoriales, estalinistas, de partido único. Y esto es claramente positivo. (.)

El derrumbe del aparato estalinista es una victoria inmensa de la clase obrera mundial, tan grande como la derrota del fascismo durante la segunda guerra. La falta de una dirección revolucionaria hizo que el derrumbe de los regímenes estalinistas, dieran lugar a regímenes democráticos burgueses y no a dictaduras revolucionarias del proletariado. Pero esto no nos puede llevar a decir que estamos frente a una derrota. (...)

Pero, ¿por qué normalmente, a nivel del trotskismo principista se opina lo contrario? Porque se parte de la falsa idea de que las masas tiraron abajo una dictadura burocrática del proletariado y colocaron en su lugar un régimen democrático burgués, y eso no es así. Las masas tiraron dictaduras burguesas [eso eran desde mediados de los 80] y eso fue una victoria colosal, sólo que, por falta de una dirección revolucionaria, la burguesía y sus agentes acabaron imponiendo regímenes democráticos burgueses."

A partir de su investigación, Martín Hernández llega a la conclusión de que Trotsky pasó favorablemente el veredicto de la historia y que los procesos del Este, lejos de alejar la perspectiva revolucionaria, ofrecen condiciones más favorables para la clase obrera y las masas. La destrucción del aparato estalinista, abren mejores posibilidades para avanzar en la resolución de la crisis revolucionaria, de lo que en última instancia depende todo.

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