El presidente de EE UU asegura que las libertades de información y de prensa son herramientas que ayudan a fortalecer un país
ANTONIO CAÑO (Enviado especial) - Shanghai - 16/11/2009
ANTONIO CAÑO (Enviado especial) - Shanghai - 16/11/2009
En una asamblea de estudiantes que fue ignorada por la televisión nacional, Barack Obama ha defendido hoy ante los jóvenes chinos la libertad de información, de pensamiento y otros derechos humanos y políticos como valores de dimensión universal que ningún país, China incluido, puede conculcar. El presidente norteamericano intentó hacer esa reclamación compatible con su voluntad de unas relaciones bilaterales más constructivas en las que nadie trate de imponer a otro su sistema político.
El encuentro con los estudiantes ha sido el primer acto y, sin duda, uno de los de más relevantes de tres días de una visita oficial con la que Obama intenta inaugurar un nuevo orden mundial en el que China es reconocida como gran potencia. Eso incluye el establecimiento de unas reglas del juego que permitan al mismo tiempo a Estados Unidos conservar su predominio actual en recursos y en ideología.
No es sencillo. La extremada sensibilidad de este país sobre sus asuntos internos, unido a su desproporcionada influencia como gran banquero de la economía norteamericana y a la personalidad del propio Obama, demasiado popular y extravagante para el gusto oficial, pueden hacer muy difícil crear un clima de verdadera confianza entre los dos países.
Hoy se ha comprobado con un pequeño ejemplo. Mientras otros encuentros similares de Bill Clinton o George Bush con jóvenes habían sido trasmitidos en directo por la televisión china, el de Obama sólo pudo ser seguido a través de la web de la embajada norteamericana en Pekín, una de las pocas páginas que escapan al control de la censura.
El olvido de la televisión local no fue, desde luego, por la falta de interés del acto. Los medios encargados de recoger preguntas por internet para el presidente norteamericano afirman haber recibido miles sobre los más diversos asuntos, desde los principales conflictos mundiales hasta los detalles más íntimos de la vida de Obama.
Después de una meticulosa negociación entre delegaciones de los dos países, el presidente ha contestado, finalmente, ocho preguntas, cuatro enviadas por internet y otras tantas formuladas por la audiencia en el Museo de Ciencia y Tecnología de Shanghai. Fueron su oportunidad de hablar públicamente de algunos temas que, probablemente, no afloraron después, cuando se ha reunido a cenar en Pekín con el presidente Hu Jintao ni lo harán en la larga sesión bilateral de trabajo prevista para mañana.
Uno de los estudiantes ha preguntado a Obama si él creía que la red social Twiter debía de ser de libre acceso. "Nunca me ha gustado la censura", ha respondido. "Creo en la información libre, creo que cuanto más libremente circula la información, más progresa una sociedad".
Ha reconocido que él a veces se irrita personalmente por algunas de las críticas que recibe en su país y que también piensa en ocasiones quién puede escribir o decir ciertas cosas. "Pero, en última instancia", ha explicado, "es mejor que sea así porque cuánto más libre es la información, más fuerte es la democracia".
Otra de las preguntas aludía a la dificultad de que dos países con sistemas políticos distintos, como China y Estados Unidos, pudieran tener una relación amistosa. "Nosotros no queremos imponer nuestro sistema de Gobierno a ningún otro", ha respondido Obama, "pero tampoco creemos que los principios que defendemos sean exclusivos de nuestra nación".
El presidente norteamericano ha mencionado como muestra de "valores que tienen dimensión universal" la lucha contra el abuso laboral de los menores, la privación de derechos a las mujeres o el respeto a las minorías religiosas.
"Las libertades de expresión, de religión y el acceso a la información y a la participación política son derechos universales", ha añadido. "Son derechos que deben de estar al alcance de todos los pueblos, incluyendo minorías religiosas o étnicas, ya sea en Estados Unidos, en China o en cualquier otra nación".
Obama hizo especial énfasis en las ventajas de la libertad de información y en la conveniencia de abrir Internet a todos los ciudadanos.
China, donde el número de consumidores de internet se calcula en torno a los 300 millones de personas, es uno de los países que más controles impone en la red y el que mayores restricciones ha establecido al acceso al buscador Google, al que el presidente norteamericano aludió por su nombre como ejemplo de los progresos que Internet ha permitido. "Internet es un gran instrumento para la participación ciudadana, para vigilar a los gobiernos. Estoy en contra de toda restricción. Se paga algún precio por la apertura, pero son mucho mayores los beneficios", ha declarado.
Uno de los jóvenes entre el público ha pedido a Obama consejo para triunfar. "¿Cuál es la receta del éxito?", le ha preguntado. El trabajo, por supuesto, le ha respondido Obama en primer lugar. La curiosidad, en segundo. Y la libertad de pensamiento, como tercer e imprescindible ingrediente del éxito. "Sólo se triunfa verdaderamente pensando de forma propia, sin aceptar el pensamiento convencional", ha manifestado.
Obama hizo un esfuerzo en todo momento para que estos puntos de vista no entraran en colisión con su voluntad de estrechar relaciones con el Gobierno chino que, en el fondo, es el principal objetivo de este viaje. En varias ocasiones ha afirmado que Estados Unidos no ha resuelto todos sus problemas ni está, por tanto, en posición de dar lecciones a nadie. Ha tratado de ser humilde en las virtudes de su país y elogioso con el anfitrión, al que se refirió como "majestuoso país". Ha insistido en la necesidad de colaboración -"se gana más cuando los grandes poderes cooperan que cuando se enfrentan", ha dicho- y ha advertido que, actualmente, el mundo entero está pendiente del diálogo entre China y Estados Unidos porque "ninguno de los dos por separado puede hacer frente hoy a los grandes desafíos de la humanidad".
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