Viernes 8 de Enero, 2010
La peor pesadilla de Barack Obama sería que Al Qaeda cometiese ahora un atentado indiscriminado contra estadunidenses y que la opinión pública se le echara encima con reclamos del tipo: “con George W. Bush vivíamos más tranquilos”; o más directo: “Obama es un débil, su política de acercamiento al mundo musulmán ha hecho de EU un país más vulnerable”.
Pues bien, esta pesadilla estuvo a punto de transformarse en una terrible realidad el día de Navidad de no haber sido por la rápida reacción de un pasajero del avión de Delta de Ámsterdam a Detroit, que logró apresar a un viajero cuando se disponía a hacer estallar una bomba, que habría reventado la aeronave en pleno vuelo con la muerte segura de sus 285 ocupantes. De inmediato Al Qaeda habría anunciado su autoría y su regreso a lo grande, y se habría burlado de que ocho años de guerra de EU contra los muyahidines no habían servido para nada y que las más de cuatro mil muertes de soldados estadunidenses en Irak y en Afganistán habían sido sacrificios en vano.
Los estadunidenses ya castigaron en las urnas a los republicanos por el fracaso de la aventura bélica de George W. Bush, cuya obsesión por derrocar a Sadam Husein y su invasión de Irak lo único que consiguieron fue propagar el yihadismo por medio mundo; de hecho, los atentados de Madrid y Londres fueron obra de musulmanes residentes en esas ciudades que querían castigar a sus habitantes por la decisión de sus respectivos gobiernos de unirse a la cruzada de EU.
Pero Bush ya es pasado; lo que importa ahora a los estadunidenses es que desde hace un año tienen un presidente nuevo y un comandante en jefe que hace un mes decidió seguir con la guerra que heredó de su antecesor. Obama podría haber hecho como José Luis Rodríguez Zapatero, quien nada más llegar al poder anunció la retirada de las tropas españolas de Irak que había enviado su antecesor José María Aznar. El presidente demócrata, por el contrario, anunció el refuerzo de tropas en Afganistán y desde allí intensificar ataques no tripulados a la vecina Pakistán, en un intento de destruir el bastión del talibán y los campamentos de Al Qaeda, y de paso intentar cazar por fin a Osama bin Laden.
En cuanto al deseo de Obama de retirarse de Irak y de cerrar Guantánamo, la realidad está siendo más dura de lo que pensaba.El proceso de repliegue de las tropas de las calles iraquíes está siendo acompañado por un recrudecimiento de los ataques terroristas contra la población, dejando en evidencia la capacidad real de las fuerzas iraquíes para controlar la situación y para evitar que los ataques entre sunitas, kurdos y chiitas degenere en una guerra civil.
Pero lo peor ha sido las declaraciones del nigeriano Abdulmutallab. Tras ser detenido por el intento de explotar el avión de Detroit en pleno vuelo, confesó al FBI que estuvo tranquilamente un mes entrenándose en Yemen en un campamento de Al Qaeda y que recibió de sus instructores el líquido explosivo que logró introducir en la aeronave sin problemas. Dijo además que si él falló “otros cientos que se entrenan en Yemen lo intentarán”.Así que, ocho años después de los atentados del 11-S, a pesar de los cientos de miles de millones de dólares invertidos en combatir el terrorismo estamos prácticamente en el punto de partida: las agencias de inteligencia no cruzan sus datos sobre sospechosos de terrorismo, como los del propio joven nigeriano, a pesar de que su propio padre alertó que temía que hubiera sido captado por el “yihadismo”; las medidas de seguridad en los aeropuertos presentan graves deficiencias y los servicios de inteligencia no detectaron que Al Qaeda había levantado un santuario en Yemen y que, para colmo, está siendo liderado por yemenitas que estuvieron presos en Guantánamo y a los que no se dio ningún seguimiento tras ser repatriados.
Hace bien Obama en entonar el mea culpa y asumir su responsabilidad por graves fallas de seguridad. Ahora sabe que Al Qaeda va de nuevo en serio contra EU y que se libró por poco de la tragedia. En sus manos está, y en las de sus 22 agencias de seguridad con un presupuesto multimillonario, que no vuelva a repetirse otro 11-S, sin necesidad, además, de no recurrir a la tortura y otros atropellos como hizo Bush.
fran@cronica.com.mx
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