Por CARLOS FRESNEDA
NUEVA YORK.- Barack Obama cierra su primer año en la Casa Blanca empatado a puntos con Ronald Reagan. El primer presidente negro ha logrado una discreta media del 57% en el baremo de la popularidad de Gallup, por debajo de George W. Bush (68%) y por encima de Bill Clinton (49%). Con la excepción de John Kennedy, que destaca por encima del pelotón con una media de aprobación popular del 76%, los presidentes han tenido siempre serias dificultades para sortear los rápidos durante el primer año, que pocas veces se convierte en presagio para el resto del mandato (Nixon logró un 61% y Carter, un 62%).
En el caso de Obama, las altas expectativas han pasado, sin duda, factura. Su índice de aprobación inicial, cercano al 80%, figura entre «los más altos registrados en la reciente historia» por Gallup. Su caída entre el segundo y el tercer trimestre (del 62% al 53%) es también uno de los más espectaculares de los que se tiene constancia.
El debate de la reforma sanitaria, que provocó la salida a la calle de las huestes ultraconservadoras, le ha costado especialmente caro a Obama, que no ha vuelto a levantar el vuelo en las encuestas desde el pasado mes de julio. Hoy por hoy, los estadounidenses le dan un aprobado justo (50%), ligeramente por encima del preocupante 47% que llegó a registrar en diciembre. La peor puntuación para el presidente es, precisamente, en el capítulo sanitario: el 58% está en contra de su labor hasta la fecha, frente al 37% que le respalda. En la oposición al presidente confluyen tanto los conservadores (totalmente contarios a la reforma) como los progresistas (que no perdonan la renuncia a la opción de la sanidad pública).
En política económica (56% en contra, 40% a favor) se percibe también un creciente descontento desde el pasado otoño. Pese a la leve y aparente recuperación, que de momento sólo ha llegado a Wall Street, el paro ha seguido creciendo hasta superar el 10%. La mayoría de los norteamericanos admite que está peor económicamente que hace un año y culpa al presidente por no haber puesto el suficiente énfasis en la creación de empleo.
Los ciudadanos están exactamente divididos a la hora de enjuiciar la política exterior de Obama: 47% frente 47%. Los demócratas le respaldan mayoritariamente su papel para mejorar la imagen y las relaciones de Estados Unidos, mientras los republicanos le critican por no defender suficientemente los «intereses americanos».
Curiosamente, el capítulo donde mejor puntúa Obama a estas alturas es en política antiterrorista. Pese a su respuesta tardía al atentado frustrado del día de Navidad, el presidente ha logrado invertir la tendencia en las últimas semanas: el 49% de los estadounidenses respalda sus últimas medidas, frente al 46% que las desaprueba. La economía, el terrorismo y la guerra de Afganistán son los tres asuntos que más preocupan a estas alturas a los ciudadanos, que también valoran positivamente el papel del presidente ante la reciente tragedia de Haití.
Obama cierra pues su primer año con los números relativamente en contra, pero mirándose al espejo de su antecesor Ronald Reagan y consolándose con una de las impagables lecciones de la Historia: aún queda tiempo para la redención.
En la primera imagen, el presidente Barack Obama en un comida benéfica. Abajo, en un acto político. (Fotos: AFP/AP)
NUEVA YORK.- Barack Obama cierra su primer año en la Casa Blanca empatado a puntos con Ronald Reagan. El primer presidente negro ha logrado una discreta media del 57% en el baremo de la popularidad de Gallup, por debajo de George W. Bush (68%) y por encima de Bill Clinton (49%). Con la excepción de John Kennedy, que destaca por encima del pelotón con una media de aprobación popular del 76%, los presidentes han tenido siempre serias dificultades para sortear los rápidos durante el primer año, que pocas veces se convierte en presagio para el resto del mandato (Nixon logró un 61% y Carter, un 62%).
En el caso de Obama, las altas expectativas han pasado, sin duda, factura. Su índice de aprobación inicial, cercano al 80%, figura entre «los más altos registrados en la reciente historia» por Gallup. Su caída entre el segundo y el tercer trimestre (del 62% al 53%) es también uno de los más espectaculares de los que se tiene constancia.
El debate de la reforma sanitaria, que provocó la salida a la calle de las huestes ultraconservadoras, le ha costado especialmente caro a Obama, que no ha vuelto a levantar el vuelo en las encuestas desde el pasado mes de julio. Hoy por hoy, los estadounidenses le dan un aprobado justo (50%), ligeramente por encima del preocupante 47% que llegó a registrar en diciembre. La peor puntuación para el presidente es, precisamente, en el capítulo sanitario: el 58% está en contra de su labor hasta la fecha, frente al 37% que le respalda. En la oposición al presidente confluyen tanto los conservadores (totalmente contarios a la reforma) como los progresistas (que no perdonan la renuncia a la opción de la sanidad pública).
En política económica (56% en contra, 40% a favor) se percibe también un creciente descontento desde el pasado otoño. Pese a la leve y aparente recuperación, que de momento sólo ha llegado a Wall Street, el paro ha seguido creciendo hasta superar el 10%. La mayoría de los norteamericanos admite que está peor económicamente que hace un año y culpa al presidente por no haber puesto el suficiente énfasis en la creación de empleo.
Los ciudadanos están exactamente divididos a la hora de enjuiciar la política exterior de Obama: 47% frente 47%. Los demócratas le respaldan mayoritariamente su papel para mejorar la imagen y las relaciones de Estados Unidos, mientras los republicanos le critican por no defender suficientemente los «intereses americanos».
Curiosamente, el capítulo donde mejor puntúa Obama a estas alturas es en política antiterrorista. Pese a su respuesta tardía al atentado frustrado del día de Navidad, el presidente ha logrado invertir la tendencia en las últimas semanas: el 49% de los estadounidenses respalda sus últimas medidas, frente al 46% que las desaprueba. La economía, el terrorismo y la guerra de Afganistán son los tres asuntos que más preocupan a estas alturas a los ciudadanos, que también valoran positivamente el papel del presidente ante la reciente tragedia de Haití.
Obama cierra pues su primer año con los números relativamente en contra, pero mirándose al espejo de su antecesor Ronald Reagan y consolándose con una de las impagables lecciones de la Historia: aún queda tiempo para la redención.
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