REPORTAJE
El aspirante presidencial mejor valorado fuera de EE UU tiene su reto más serio en Oriente Próximo
ANTONIO CAÑO - Washington - 20/07/2008
Cada día quedan menos dudas de que la influencia de Estados Unidos es planetaria. La última prueba es que los candidatos presidenciales norteamericanos hacen campaña en Jerusalén, Bogotá o Berlín como si estuvieran en Detroit, Denver o Kansas City. Alguien ha propuesto seriamente mantener uno de los tradicionales debates electorales en el extranjero. Y se ha pensado incluso en el lugar adecuado, Dubai. ¡Qué mejor sitio para abordar algunas de las preocupaciones más acuciantes de los norteamericanos en la actualidad: el petróleo, Oriente Próximo, Irak, la presencia militar en el exterior, la amenaza de Irán..!
La política exterior es el principal talón de Aquiles del senador demócrata
No se va a llegar tan lejos. No en esta campaña, al menos. Pero tiene cierta lógica que el mundo quiera ver y escuchar a los hombres cuyas decisiones van a afectar pronto y decisivamente casi al conjunto de la humanidad.
Seguramente ésa no es la única razón por la que el viaje que esta próxima semana hará Barack Obama a varios países de Europa y Oriente Próximo ha despertado tan inusitada atención. Muchos países se han visto contagiados por la emoción de las elecciones primarias y han sucumbido a la pasión que la candidatura de Obama ha desatado entre una parte de la opinión pública norteamericana. No es fácil permanecer indiferente ante el espectáculo de unas elecciones en Estados Unidos y sustraerse al interés que una figura como Obama suscita.
El aspirante presidencial mejor valorado fuera de EE UU tiene su reto más serio en Oriente Próximo
ANTONIO CAÑO - Washington - 20/07/2008
Cada día quedan menos dudas de que la influencia de Estados Unidos es planetaria. La última prueba es que los candidatos presidenciales norteamericanos hacen campaña en Jerusalén, Bogotá o Berlín como si estuvieran en Detroit, Denver o Kansas City. Alguien ha propuesto seriamente mantener uno de los tradicionales debates electorales en el extranjero. Y se ha pensado incluso en el lugar adecuado, Dubai. ¡Qué mejor sitio para abordar algunas de las preocupaciones más acuciantes de los norteamericanos en la actualidad: el petróleo, Oriente Próximo, Irak, la presencia militar en el exterior, la amenaza de Irán..!
La política exterior es el principal talón de Aquiles del senador demócrata
No se va a llegar tan lejos. No en esta campaña, al menos. Pero tiene cierta lógica que el mundo quiera ver y escuchar a los hombres cuyas decisiones van a afectar pronto y decisivamente casi al conjunto de la humanidad.
Seguramente ésa no es la única razón por la que el viaje que esta próxima semana hará Barack Obama a varios países de Europa y Oriente Próximo ha despertado tan inusitada atención. Muchos países se han visto contagiados por la emoción de las elecciones primarias y han sucumbido a la pasión que la candidatura de Obama ha desatado entre una parte de la opinión pública norteamericana. No es fácil permanecer indiferente ante el espectáculo de unas elecciones en Estados Unidos y sustraerse al interés que una figura como Obama suscita.
Como consecuencia, la gira de Obama va a desatar muy probablemente una ola de admiración en países que, por lo demás, esperaban ardientemente el relevo de George Bush y son receptivos a cualquier propuesta que parezca alejarse del estereotipo político norteamericano. En palabras de alguien muy cercano al senador afroamericano: "Millones de personas en el mundo querían volver a amar a EE UU. Obama les da la oportunidad de hacerlo".
Ahora todos quieren ser testigos del nacimiento de la obamanía. El candidato demócrata será acompañado en su recorrido por cientos de periodistas, entre ellos los presentadores de los principales informativos de las tres cadenas de televisión norteamericanas. Se han tardado semanas en ultimar los preparativos de la gira -todavía inciertos- porque todos los políticos y personalidades de cada país de destino quería tener unos minutos para saludar a la nueva estrella. La campaña de Obama ha tenido que rechazar amablemente varias peticiones de países que quería ser añadidos a la lista del viaje. Irlanda y Líbano defendieron su candidatura y expusieron sus argumentos, pero no tuvieron éxito. España también lo intentó.
Una foto junto a Obama se cotiza hoy muy alto en el mercado de la política mundial. Unos y otros, conservadores y socialdemócratas, al otro lado del Atlántico, toman posiciones respecto a él y se perfilan en relación a la nueva figura, cuya indefinición ideológica hace este juego arriesgado y fascinante. En Alemania, su plan inicial de pronunciar un discurso ante la simbólica puerta de Brandemburgo ha abierto una crisis en el Gobierno de coalición, con la canciller, Angela Merkel, en contra de tal iniciativa, y su ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, a favor.
Es fácil anticipar que, desde el punto de vista de las relaciones públicas, este viaje de Obama a Afganistán, Jordania, Israel, Alemania, Reino Unido y Francia (con posible extensión a Irak) va a ser un éxito. En algunos momentos puede rozar incluso la adulación, el culto a la personalidad.
El viaje de John McCain, el candidato republicano, el mes pasado, a Colombia y México, sólo fue cubierto por un reducido grupo de periodistas y ocupó espacios secundarios en los medios de comunicación. Fue un viaje, sin embargo, en el que McCain dejó establecidos principios importantes de su política exterior: el respaldo a los Gobiernos que luchan contra el terrorismo, la seguridad fronteriza y la promoción de nuevas leyes migratorias.
¿Conseguirá el viaje de Obama superar el show mediático y difundir un proyecto de política exterior sobre el que puedan juzgar los ciudadanos norteamericanos y de otras partes del mundo? "Ése es el propósito", responde David Axelrod, el principal estratega de la campaña de senador de Illinois. "Es una oportunidad", añade, "de que se siente con los líderes internacionales con los que tendrá que trabajar como presidente y discutir los asuntos de preocupación común".
Mejor que así sea, porque las encuestas revelan una tras otra que éste es el principal talón de Aquiles de la candidatura de Obama. Un sondeo esta semana de The Washington Post-ABC revelaba que sólo un 48% de los potenciales votantes ven al candidato demócrata como un buen comandante en jefe, mientras que el 72% aprueba a McCain en ese papel.
Las propuestas esenciales de su política exterior y de seguridad -ambos conceptos van siempre unidos en este país- fueron establecidas públicamente en una reunión mantenida por Obama el miércoles pasado con un grupo de expertos en la materia, entre ellos el ex senador Sam Nunn, que es mencionado entre los posibles candidatos a la vicepresidencia y que se ha convertido en uno de los principales gurús de Obama en estos asuntos.
Ese grupo era una pequeña representación del equipo de 300 personas que, según The New York Times, asesora a Obama en temas internacionales. Ese equipo, del que forman parte ex secretarios de Estado, senadores y académicos, prepara todos los días un resumen de los más acuciantes problemas mundiales y las respuestas que hay que dar en el que caso de ser requeridas por los medios de comunicación.
"Es hora de poner al día nuestra estrategia de seguridad para situarnos por delante de los terroristas", dijo Obama en la reunión con los expertos. "EE UU no puede permitirse otro presidente que no comprenda las amenazas a las que hoy hacemos frente".
El candidato discutió con sus asesores sobre la amenaza de la proliferación nuclear, el bioterrorismo, el terrorismo cibernético y otros peligros a los que, según él, EE UU no ha atendido suficientemente durante todos estos años en los que ha estado distraído por la guerra en Irak. El propósito de Obama es poner fin a esa guerra, desviar parte de los recursos que allí se emplean a Afganistán y actualizar medidas de protección contra lo que él llama "las amenazas del siglo XXI", entre las que incluye la seguridad energética.
La campaña de Obama es consciente de que, por muy lejos que esté de Estados Unidos, el principal objetivo del mensaje de este viaje es el votante norteamericano. Por eso es previsible que el Obama que veamos en este viaje no sea exactamente el que los europeos quieren ver. El candidato demócrata va a regalar los oídos europeos con su promesa de retirada de Irak. Pero, acto seguido, va a pedir un esfuerzo militar mucho mayor en Afganistán.
Obama no es, por supuesto, un halcón de la política exterior. Como ha dicho varias veces, entiende las relaciones internacionales como un justo equilibrio entre la negociación y la fuerza, sin renunciar a ninguno de esos instrumentos. Pero necesita sonar lo más parecido posible a un halcón para aumentar la credibilidad de su candidatura en EE UU.
Todas las investigaciones recientes coinciden en anticipar un cambio de ciclo en EE UU. Hastiados del periodo de Bush, los norteamericanos parecen querer explorar nuevos caminos de relacionarse con el mundo por vías más amigables. Ahí encajan sin excesivo recelo algunas ideas audaces de Obama como la de dialogar con Irán o Cuba. Pero tiene que hacer compatibles esas propuestas con responder a la inquietud de los norteamericanos con su seguridad. "Obama no va a ser presidente por su política exterior, pero puede ser derrotado por ella", advierte Doug Schoen, un investigador demócrata.
"Es un gran reto para Obama", admite Lee Hamilton, uno de los más estrechos colaboradores del senador, "porque la política exterior es una de las áreas en los que los votantes tienen dudas".
Ese reto es especialmente serio en Oriente Próximo. Ésa es, con diferencia, la región del mundo que los estadounidenses perciben como el foco de sus principales enemigos. No va a darle la presidencia el aplauso de los palestinos ni de los israelíes. Pero el viaje puede ser un éxito si, al regresar, Obama encuentra un país que ha empezado a aceptar que pueda dejar su seguridad en manos de este joven afroamericano.
La gira comienza en secreto en Afganistán
Bajo estrictas medidas de seguridad, que incluyen el secreto sobre sus movimientos, el candidato presidencial demócrata, Barack Obama, inició ayer una visita a Afganistán en la que intenta resaltar el lugar prioritario que esa guerra ocupa en su agenda internacional así como asentar sus credenciales como posible comandante en jefe.
La gira comienza en secreto en Afganistán
Bajo estrictas medidas de seguridad, que incluyen el secreto sobre sus movimientos, el candidato presidencial demócrata, Barack Obama, inició ayer una visita a Afganistán en la que intenta resaltar el lugar prioritario que esa guerra ocupa en su agenda internacional así como asentar sus credenciales como posible comandante en jefe.
Obama es acompañado por un reducido y selecto grupo de periodistas que sólo están autorizados a informar sobre las actividades del candidato varias horas después de que hayan ocurrido. Intentando restarle al viaje cariz electoral, junto a Obama viajan dos de sus colegas en el Senado, el demócrata Jack Reed y el republicano Chuck Hagel. El candidato demócrata salió de Chicago el jueves por la noche. Después de una escala imprevista en Kuwait para reunirse con militares norteamericanos, ayer se supo que había aterrizado en Kabul y se había trasladado horas después a Nangarhar, una de las provincias del este de Afganistán fronterizas con Pakistán, donde se reunió con autoridades locales y oficiales norteamericanos responsables de la seguridad en esa explosiva región.
Posteriormente, se le volvió a perder la pista durante horas, aunque se creía que tenía previsto pasar la noche en Kabul y reunirse hoy con el presidente afgano, Hamid Karzai. Se espera que después viaje a Irak. Ambas visitas a los escenarios de las dos guerras en las que actualmente combate Estados Unidos son el preludio de una gira por Oriente Próximo y Europa, cuyo comienzo está previsto para el próximo martes en Jordania.
Ésta sería la segunda vez que Obama visita Irak desde 2006, y su primer viaje a Afganistán, donde el candidato demócrata ha anunciado desplegar 10.000 soldados más e invertir más recursos si es elegido presidente.
El tono discreto de la visita, aparte de las razones de seguridad, se debe también a un intento de no trasladar en exceso la campaña electoral a esos territorios y no debatir sobre el campo de batalla las diferencias que actualmente separan a Obama de la Administración de George Bush.
El tono discreto de la visita, aparte de las razones de seguridad, se debe también a un intento de no trasladar en exceso la campaña electoral a esos territorios y no debatir sobre el campo de batalla las diferencias que actualmente separan a Obama de la Administración de George Bush.
"Vengo más a escuchar que a hablar", comentó Obama cuando los periodistas que le acompañaban le preguntaron si pensaba discutir con sus interlocutores sus planes para el futuro de la región. "Tenemos un presidente y es al presidente al que le corresponde trasladar los mensajes" a los líderes de otros países, añadió. "Queremos observar la situación sobre el terreno. Queremos hablar con los mandos militares y conocer cuáles son sus preocupaciones. Y agradecer a las tropas el heroico trabajo que están haciendo", explicó el candidato demócrata.
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