Ingrid Betancourt y su madre Yolanda Pulecio en el Santuario Nuestra Señora de Lourdes
Hace siete años, cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) empezaron a reunir su botín de guerra, como se conoció al grupo de 44 secuestrados «canjeables» que pretenden intercambiar por centenares de rebeldes presos, los secuestrados más mediatizados dejaron las siguientes historias: Ingrid Betancourt competía por la Presidencia con el hoy mandatario Álvaro Uribe. Tenía dos hijos en Francia y un segundo marido, el publicista Juan Carlos Lecompte. Sólo el 0,2 por ciento de los colombianos quería votar por ella. Su candidata a la Vicepresidencia era Clara Rojas, una abogada que decidió internarse con ella en la selva.
Tres contratistas estadounidenses cumplían una misión antidrogas en Colombia. Casados, tenían sus hijos. Uno de ellos, Keith Stansell, estaba prometido. Pero tuvo un «affaire» con Patricia Medina, una azafata de Avianca. Antes de que las FARC se lo llevaran en 2003, Patricia se quedó embarazada de gemelos.
Los congresistas Luis Eladio Pérez y Jorge Eduardo Gechem tenían vidas armoniosas cuando los secuestraron junto con la también diputada Gloria Polanco, a quien capturaron junto a sus dos hijos.
Los colombianos, acostumbrados a cifras como 3.000 secuestros anuales a finales de los 90, se olvidaron de ellos. Sin embargo, hace poco más de un año apareció con cadenas aún en su cuello tras 15 días de fuga el policía John Frank Pinchao, quien había vivido ocho años junto a los «canjeables». Las noticias parecían ficción: Clara Rojas había tenido un hijo en la selva entre bombardeos y cesáreas hechas con cuchillos de cocina. El padre de Emmanuel, hoy con 4 años, era un guerrillero raso. Ingrid estaba muriéndose, había intentado escaparse al menos seis veces, la odiaban peor que a cualquiera. Suicidios, vejaciones, amores sofocados, depresiones.
Pinchao escribió un libro en el que contó detalles inauditos. Luego vendrían las liberaciones, entre ellas las de Betancourt y 14 personas más sacadas de la selva la semana en un rescate militar que le dio la vuelta al mundo. Luis Eladio Pérez, el mejor amigo de Ingrid en cautiverio, escribió otro libro en donde tocó temas como el sexo en cautiverio. «Muchas personas resuelven el asunto con la masturbación. Además la guerrilla, no con frecuencia pero sí alguna vez, ponía películas pornográficas», dice.
Ingrid, de quien se pensaba que sería la última en salir de la selva, pues se había convertido en la joya de la corona, ha sido la más mediática. Expuso a unos y los afectados hablaron. Lecompte, por ejemplo, dijo que no se esperaba un recibimiento tan frío, que no había viajado a Francia porque Ingrid necesitaba a sus hijos, que quería rehacer su vida. «No debo descartar que se haya acabado todo con Ingrid (...) El amor por mí pudo habérsele acabado en la selva», declaró.
Las dos caras de Ingrid
Clara acusó a Ingrid de «tener dos caras (...) Si las elecciones fueran hoy no votaría por ella (...) Hay cosas de Ingrid que me asustan como esa incapacidad de fijar ciertos límites. Es una cosa ante los medios y otra en su situación personal».
Tras desmentir que se habían portado bien con ella cuando tuvo a Emmanuel, como Luis Eladio e Ingrid han dicho, Clara se pregunta. «¿Por qué no son felices y dejan ser feliz? No sólo dicen cosas que no son ciertas sino que además se están metiendo con mi vida», puntualizó tras cuestionar el exilio de Pérez, quien esta semana partió con su familia a Miami por amenazas de las FARC. «Él suele ser muy dado al teatro», dijo Rojas.
Para expertos como Dary Lucia Nieto, psicóloga de la ONG País Libre, especializada en secuestros, una vez se regresa a la libertad se necesita un promedio de dos a tres años, con un proceso de acompañamiento profesional, para poder decir que la experiencia se asimiló. Unos, como Luis Eladio Pérez, llegan cargados de euforia, con ganas de comerse la vida. Hasta en su exilio Pérez, quien encontró su familia intacta y fortalecida, trabajó intensamente por el acuerdo humanitario.
Otros, como el contratista estadounidense Keith Stansell, piden respeto por su intimidad y toman decisiones. Stansell anunció que se casará con Patricia, una mujer de la que se terminó de enamorar en la selva, pues ella conectaba a sus dos hijos de 5 años a la radio, le hablaba, nunca lo abandonó.
Géchem, en cambio, decidió separarse de su esposa, quien dijo que le habían devuelto a una persona enamorada de otra que no era ella. En un escueto comunicado él dijo que su separación era una de las tantas secuelas de su secuestro. Hoy mantiene una no pública relación con Gloria Polanco, la ex diputada con quien lo liberaron que enviudó en la selva cuando su marido pagó rescate por sus dos hijos.
Varios ex rehenes han lanzado sus libros. John Frank Pinchao contó detalles inauditos. Luis Eladio Pérez habló del sexo en cautividad
Ingrid Betancourt con su madre, Yolanda Pulecio, ayer en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes. AP
POR ALEJANDRA DE VENGOECHEA, CORRESPONSAL. BOGOTÁ.
Pero esta semana, después de que la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt hablara desde París con decenas de medios, los secretos íntimos empezaron a filtrarse. Y en Colombia los afectados rompieron su silencio.
POR ALEJANDRA DE VENGOECHEA, CORRESPONSAL. BOGOTÁ.
Pero esta semana, después de que la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt hablara desde París con decenas de medios, los secretos íntimos empezaron a filtrarse. Y en Colombia los afectados rompieron su silencio.
Hace siete años, cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) empezaron a reunir su botín de guerra, como se conoció al grupo de 44 secuestrados «canjeables» que pretenden intercambiar por centenares de rebeldes presos, los secuestrados más mediatizados dejaron las siguientes historias: Ingrid Betancourt competía por la Presidencia con el hoy mandatario Álvaro Uribe. Tenía dos hijos en Francia y un segundo marido, el publicista Juan Carlos Lecompte. Sólo el 0,2 por ciento de los colombianos quería votar por ella. Su candidata a la Vicepresidencia era Clara Rojas, una abogada que decidió internarse con ella en la selva.
Tres contratistas estadounidenses cumplían una misión antidrogas en Colombia. Casados, tenían sus hijos. Uno de ellos, Keith Stansell, estaba prometido. Pero tuvo un «affaire» con Patricia Medina, una azafata de Avianca. Antes de que las FARC se lo llevaran en 2003, Patricia se quedó embarazada de gemelos.
Los congresistas Luis Eladio Pérez y Jorge Eduardo Gechem tenían vidas armoniosas cuando los secuestraron junto con la también diputada Gloria Polanco, a quien capturaron junto a sus dos hijos.
Los colombianos, acostumbrados a cifras como 3.000 secuestros anuales a finales de los 90, se olvidaron de ellos. Sin embargo, hace poco más de un año apareció con cadenas aún en su cuello tras 15 días de fuga el policía John Frank Pinchao, quien había vivido ocho años junto a los «canjeables». Las noticias parecían ficción: Clara Rojas había tenido un hijo en la selva entre bombardeos y cesáreas hechas con cuchillos de cocina. El padre de Emmanuel, hoy con 4 años, era un guerrillero raso. Ingrid estaba muriéndose, había intentado escaparse al menos seis veces, la odiaban peor que a cualquiera. Suicidios, vejaciones, amores sofocados, depresiones.
Pinchao escribió un libro en el que contó detalles inauditos. Luego vendrían las liberaciones, entre ellas las de Betancourt y 14 personas más sacadas de la selva la semana en un rescate militar que le dio la vuelta al mundo. Luis Eladio Pérez, el mejor amigo de Ingrid en cautiverio, escribió otro libro en donde tocó temas como el sexo en cautiverio. «Muchas personas resuelven el asunto con la masturbación. Además la guerrilla, no con frecuencia pero sí alguna vez, ponía películas pornográficas», dice.
Ingrid, de quien se pensaba que sería la última en salir de la selva, pues se había convertido en la joya de la corona, ha sido la más mediática. Expuso a unos y los afectados hablaron. Lecompte, por ejemplo, dijo que no se esperaba un recibimiento tan frío, que no había viajado a Francia porque Ingrid necesitaba a sus hijos, que quería rehacer su vida. «No debo descartar que se haya acabado todo con Ingrid (...) El amor por mí pudo habérsele acabado en la selva», declaró.
Las dos caras de Ingrid
Clara acusó a Ingrid de «tener dos caras (...) Si las elecciones fueran hoy no votaría por ella (...) Hay cosas de Ingrid que me asustan como esa incapacidad de fijar ciertos límites. Es una cosa ante los medios y otra en su situación personal».
Tras desmentir que se habían portado bien con ella cuando tuvo a Emmanuel, como Luis Eladio e Ingrid han dicho, Clara se pregunta. «¿Por qué no son felices y dejan ser feliz? No sólo dicen cosas que no son ciertas sino que además se están metiendo con mi vida», puntualizó tras cuestionar el exilio de Pérez, quien esta semana partió con su familia a Miami por amenazas de las FARC. «Él suele ser muy dado al teatro», dijo Rojas.
Para expertos como Dary Lucia Nieto, psicóloga de la ONG País Libre, especializada en secuestros, una vez se regresa a la libertad se necesita un promedio de dos a tres años, con un proceso de acompañamiento profesional, para poder decir que la experiencia se asimiló. Unos, como Luis Eladio Pérez, llegan cargados de euforia, con ganas de comerse la vida. Hasta en su exilio Pérez, quien encontró su familia intacta y fortalecida, trabajó intensamente por el acuerdo humanitario.
Otros, como el contratista estadounidense Keith Stansell, piden respeto por su intimidad y toman decisiones. Stansell anunció que se casará con Patricia, una mujer de la que se terminó de enamorar en la selva, pues ella conectaba a sus dos hijos de 5 años a la radio, le hablaba, nunca lo abandonó.
Géchem, en cambio, decidió separarse de su esposa, quien dijo que le habían devuelto a una persona enamorada de otra que no era ella. En un escueto comunicado él dijo que su separación era una de las tantas secuelas de su secuestro. Hoy mantiene una no pública relación con Gloria Polanco, la ex diputada con quien lo liberaron que enviudó en la selva cuando su marido pagó rescate por sus dos hijos.
Varios ex rehenes han lanzado sus libros. John Frank Pinchao contó detalles inauditos. Luis Eladio Pérez habló del sexo en cautividad
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