19 abril 2008

TORMENTA EN QUITO.....


LA NOTICIA ROMPIÓ la tranquilidad de la fría tarde del domingo 13 de abril en Quito. Por un servicio de prensa inmediato al que está suscrito, el viceministro de Defensa de Ecuador, Miguel Carvajal, un sociólogo experto en desarrollo rural, de hablar pausado y tono académico, se enteró de un comunicado emitido esa tarde por la Casa de Nariño.

El comunicado de 14 puntos no solo rechazaba declaraciones que el presidente Rafael Correa había dado durante su visita de dos días a México, que demostraban "falta de seriedad ante el compromiso asumido con el Grupo Carter" de contribuir a mejorar las relaciones con Colombia, sino el hecho de que quisiera atenuar la presencia de las Farc en su país. Pero los puntos que definitivamente alteraron los ánimos del Viceministro fueron el sexto, sobre pruebas que el Gobierno de Colombia entregó de posibles nexos de integrantes del Gobierno ecuatoriano y de miembros de la campaña presidencial de Correa con las Farc, y el séptimo que decía que el Gobierno colombiano supo que las Fuerzas Armadas de Ecuador "fueron desautorizadas por el presidente Rafael Correa cuando adelantaban operaciones en contra de las Farc en territorio ecuatoriano".

Carvajal se transformó y no pudo ocultar la indignación. "Colombia está asumiendo el papel de Israel en la región y quiere convertirnos en su blanco palestino", dijo a quienes estaban con él, y señaló al gobierno de Álvaro Uribe de estar retomando el concepto de los "ejes del mal" del presidente Bush, y de pretender meter a su país y, tal vez también a Venezuela y a Bolivia, en ese marco de referencia. Luego hizo varias llamadas para alertar a diferentes funcionarios sobre la declaración de Bogotá y para recibir instrucciones del alto Gobierno, y les dijo a los enviados de CAMBIO, que casualmente hablaban esa tarde con él, que si querían conocer la "réplica vigorosa y contundente" que haría Correa debían estar a las 7:00 p.m. en la base aérea Mariscal Sucre, en las afueras de la ciudad.

La noticia sorprendió al presidente Correa en Manta, al sur del país, en donde acababa de aterrizar tras una visita oficial de dos días a México. Los miembros de su comitiva estaban contentos pues sentían que habían logrado una victoria política y diplomática al convencer al gobierno de Felipe Calderón de endurecer su posición frente a Colombia por el ataque del 1° de marzo al campamento de 'Raúl Reyes' donde, además, se encontraban algunos estudiantes mexicanos.

Manta era ideal para recibir palmaditas en la espalda, pues allí sesiona la Asamblea Constituyente que busca desmontar la base militar que Estados Unidos tiene en la zona, y que, entre otras reformas a la Constitución, quiere limitar el poder de las Fuerzas Armadas y abolir el artículo que les asigna la función de "garantes de la democracia". Los logros en México habían amortiguado el impacto que produjo la purga en la línea de mando, después de que Correa afirmara que algunos miembros de sus FF.MM. habían sido infiltrados por la CIA y que por ese camino habían servido a los intereses colombianos.

El salón de la base Mariscal Sucre estaba listo para la intervención del mandatario, pero este cambió de planes antes de aterrizar. Decidió que como la declaración de la Casa de Nariño no estaba firmada por el presidente Uribe, no la contestaría personalmente, y le pidió a su nuevo ministro de Defensa, Javier Ponce, que contestara en nombre del Gobierno. El encargo no causó sorpresa porque Ponce, intelectual de izquierda, escritor y columnista, fue secretario privado del Presidente desde el comienzo de su mandato y es su hombre de confianza y mentor ideológico del Gobierno.

Oxígeno a la cúpula
Antes de redactar la respuesta, el ministro Ponce -el cuarto en la cartera de Defensa en los últimos 15 meses- leyó con detenimiento el comunicado y encontró que en el punto tres -sobre los combates periódicos de las FF.AA. colombianas contra los anillos de seguridad de 'Raúl Reyes'- había una alusión a la crisis desatada por Correa en los cuerpos de Inteligencia ecuatorianos: "El presidente Álvaro Uribe asumió directamente la responsabilidad del operativo y no la descargó en las Fuerzas Armadas, no desorientó a la opinión pública ni maltrató a la cúpula militar". Un jab de derecha.

El Ministro se veía obligado a demostrar que había estabilidad y armonía en las relaciones del Ejecutivo con los militares -que importantes sectores de opinión ponen en duda- y por eso hizo llamar al general de división Fabián Varela Moncayo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, para que lo acompañara en su presentación ante la prensa y luego permitió que el oficial, ascendido en medio de la crisis de la jefatura del Estado Mayor, "certificara" que Correa jamás ha frenado las acciones de las Fuerzas Armadas contra las Farc.

Ponce no respondió las preguntas de los periodistas esa noche, pero al día siguiente aceptó dialogar con CAMBIO en su despacho, donde habló de las ventajas de "oxigenar la cúpula militar" y de quitarle argumentos a Colombia que, según él, procura regionalizar su conflicto interno y servir los intereses del Pentágono en su "patio trasero" de América Latina (ver entrevista).

En pocas palabras, el efecto revulsivo de la declaración de la Casa de Nariño en las entrañas del Palacio de Carondelet, se tradujo en una moderación del tono del alto Gobierno ecuatoriano frente a la institución armada, duramente fustigada por el Presidente días antes, el 5 de abril, quien en su programa semanal de radio calificó como "vergonzosa" la actitud de oficiales que "se sometieron a la CIA" y en el cual advirtió: "¡Si me tengo que caer por eso, me caigo!". Hoy, por instrucción suya, el Ministro de Defensa no da declaración alguna si no es en presencia de representantes del Estado Mayor y habla de concertación cuando se refiere a la reforma institucional en ciernes.

Pese a los duros apelativos empleados por Correa, los tres generales y el coronel que cayeron en la crisis no tuvieron la "salida deshonrosa" que temían los militares. Héctor Camacho, ex jefe del Comando Conjunto; Guillermo Vásconez, ex comandante del Ejército, y Jorge Gabela, ex comandante de la Fuerza Aérea, estarán seis meses a disposición del Ministerio de Defensa, recibirán sus sueldos y luego irán a retiro. Pero la situación del coronel Mario Pazmiño, jefe de Inteligencia Militar durante 10 años y sobre quien cayó toda el agua sucia, es ligeramente distinta. Solo estará tres meses activo, aunque ya pidió la confirmación de su baja.

Según fuentes de una guarnición en Quito, el Gobierno le teme a una posible reacción de Pazmiño y sus compañeros de los servicios secretos que manejan información muy delicada, y por eso está buscando una transición tranquila. Lo que explica también por qué silenció una campaña liderada por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos que calificó a Pazmiño y a sus hombres como "camisas negras" -así llaman a oficiales que actúan como ruedas sueltas- y que quiso vincularlos con actividades de las "legiones blancas", especie de fuerza paramilitar que en el pasado estuvo comprometida en detenciones arbitrarias, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales.

Se hacen apuestas
Voceros reconocidos de sectores de oposición piden que no se soslayen los efectos de una crisis que cobró las cabezas de militares que supuestamente actuaron del lado de Colombia en la ofensiva contra las Farc. "Las Fuerzas Armadas están siendo maltratadas y vejadas", le dijo a CAMBIO el ex presidente Lucio Gutiérrez, principal opositor de Correa y curtido en los abruptos relevos de poder, y le pidió al presidente Correa medir las consecuencias de sus actos, aunque consideró que no se puede hablar de ruido de sables.

Según el ex presidente, que aspira de nuevo a la Presidencia, "en el ataque contra el puesto de mando de 'Raúl Reyes' no murió ningún soldado ecuatoriano, pero Correa rompió relaciones con Colombia por causa de las Farc y eso lesiona el honor y la dignidad de nuestra Nación".

En América Latina es costumbre que el inconformismo de las tropas sea canalizado a través de oficiales retirados que han tenido especial ascendencia en los cuarteles. Ecuador no es la excepción, pese a que los militares manejan una alta cuota de poder político y económico, pues están representados en los directorios de la petrolera estatal y del instituto que asigna las frecuencias de radio y televisión.

Oficiales inquietos por lo que pueda ocurrir si las circunstancias los llevan a tomar partido contra Colombia y, de rebote, a favor de las Farc, han expresado su preocupación a los que consideran sus jefes naturales. Uno de ellos es el coronel (r) Fausto Cobo, quien acompañó a Gutiérrez en el exilio tras su destitución por el Congreso en abril de 2005.

Ex director del Instituto Superior de Guerra, profesor del Colegio de Altos Estudios Militares en Washington y director de tesis de la presidenta chilena Michelle Bachelet -cuando se preparó para ser ministra de Defensa-, Cobo le dijo a CAMBIO que en los cuarteles se quejan de la ineptitud de los civiles que Correa ha puesto al frente de la cartera de Defensa. "Los ministros, que se suceden en un ambiente de inestabilidad, no tienen idea de lo que es el concepto de seguridad nacional -sostiene Cobo-.

Para ellos, la amenaza es Colombia y no el terrorismo y el narcotráfico que encarnan las Farc; se quejan de violación territorial por parte de las tropas colombianas pero no protestan con la misma vehemencia por las frecuentes incursiones de las Farc y por la instalación de su puesto de mando en nuestro territorio".

Militares ecuatorianos reconocen que la organización de 'Tirofijo' tiene redes de informantes y aprovisionamiento, y que han colonizado poco a poco la franja fronteriza. Pero salvo por un reciente conato de rebeldía de oficiales de la Marina, molestos por el manejo de un negocio de explotación petrolera, no hay signos de insubordinación. No obstante, según oficiales activos y en retiro, hay apuestas en los destacamentos sobre el papel que cumplirá el general Luis González, nuevo comandante del Ejército. "Mi general González hizo curso de lancero en Colombia y sabe, mejor que muchos aquí, qué significan las Farc para la seguridad regional", le dijo a CAMBIO un oficial del destacamento de granaderos que hace parte de la guardia de la sede presidencial.

Por su parte, Vladimiro Álvarez Grau, ex ministro de Gobierno, analista político y columnista de Diario Expreso, ha dicho que "Ecuador se hace el tonto frente a la presencia de las Farc" y afirma que las consecuencias de la abrupta remoción de la cúpula aún está por verse, sobre todo porque la causa de la remoción es nueva en Ecuador: la supuesta infiltración por la CIA.

Según el analista, "no ha debido darse paso a decisiones políticas o demagógicas, hijas de la soberbia de algún impulso retórico, pues está latente el riesgo de un desajuste innecesario". Sin embargo, considera que por ahora Correa puede darse el lujo de hablar de reformas a las Fuerzas Armadas: "Sabe muy bien que históricamente las tropas se han movido al vaivén de lo que perciban en la opinión y no se levantarían contra un mandatario cuyo nivel de popularidad bordea el 70 por ciento".

Ana Angulo Benavides, del diario Hoy, sostiene que los problemas de las Fuerzas Armadas no se resuelven con un cambio en la cúpula, pues en las guarniciones hay inconformismo con la comida que sirven como con las materias que estudian en las aulas, y las realidades y las amenazas son distintas a las previstas en la doctrina de las dos guerras mundiales.

Como ella, analistas como Leonidas Ron de la prestigiosa Universidad Flac-so, dicen que hay que "tomarle la palabra" al nuevo Ministro de Defensa cuando dice que hará más transparentes las relaciones con los militares. Los dos coinciden en que el ejercicio de transparencia no debe centrarse exclusivamente en investigaciones sobre la influencia de agencias foráneas de inteligencia, sino sobre prácticas reprochables como el espionaje a miembros de la Asamblea que no están con el oficialismo y a generales que el Gobierno no ve con buenos ojos.

Correa es popular y aunque la mayoría de la opinión ha cerrado filas en torno suyo frente a la crisis con Colombia, hay sectores de opinión que expresan reservas sobre la forma como el mandatario ha manejado las relaciones con el gobierno de Uribe y se oyen voces desde las universidades, las ONG, el movimiento indígena y sectores de la prensa tradicional que piden a los órganos de control investigar con independencia el contenido del computador de 'Raúl Reyes'.
La semana pasada, el influyente diario El Comercio de Quito cuestionó los reportes de las finanzas que la campaña de Correa presentó a la organización electoral y sugirió que ahí podría estar la clave para saber si es cierto o no que las Farc aportaron dinero en esa causa.

Al margen de los sobresaltos internos, Ecuador tendrá ahora que abrir nuevos espacios en el frente internacional, pues si bien consiguió poner parcialmente de su lado a México en los reclamos por el ataque del 1° de marzo, ahora enfrenta la difícil tarea de buscar alianzas para concretar su proyecto de crear una especie de OTAN regional y una Organización de Estados Latinoamericanos, sin "tutelajes ajenos a nuestra historia" y que incluya a Cuba, excluida de la OEA, organización que calificó como de doble moral, ineficiente e incapaz de sustraerse a la influencia de EE.UU.

El presidente Correa ha salido bien librado de la crisis con Colombia, en la opinión pública de su país, pero le ha abierto algunas grietas en sectores claves. Nada permite asegurar que el respaldo que ha recibido hasta ahora se mantenga a la larga, cuando se profundice el debate, se decante el cambio de la cúpula militar y se conozca en su totalidad el contenido del computador de 'Reyes'.

JAVIER PONCE, MINISTRO DE DEFENSA DE ECUADOR
No somos una extensión del chavismo"

CAMBIO: Usted fijó un plazo de 48 horas al Gobierno colombiano para que aporte pruebas que demuestren que las FF.AA. de Ecuador no han actuado contra las Farc a pesar de que el DAS citó 16 casos concretos.

JAVIER PONCE: Los datos, como los plantea el periódico El Tiempo, no llegaron al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Habría que averiguar si los recibió la Cancillería. Pero afirmo tajantemente que no hemos subestimado ninguna información sobre la presencia de las Farc en nuestro territorio.

¿Cómo explica entonces que 'Simón Trinidad' y la novia colombiana del cerrajero muerto en el ataque contra el campamento de 'Reyes' se movieran con tanta libertad en Quito?
El argumento de que Ecuador permite la entrada de estos personajes es simplista. En esa misma línea podríamos preguntarle al Gobierno colombiano por qué los deja salir. Mientras funcionaron los convenios de cooperación fronteriza hubo información fluida entre las dos fuerzas y actuábamos en función de ella.

Pero el presidente Uribe advirtió varias veces sobre la presencia de jefes guerrilleros en Ecuador y públicamente dijo que 'Reyes' se ocultaba aquí...
El gobierno de Uribe sabía días antes que haría un operativo contra el campamento de 'Reyes' y no nos informó. Detrás de la supuesta sinceridad de Uribe con Correa se escondía una profunda desconfianza. En esas condiciones, las explicaciones tiene que darlas Colombia.

¿Su gobierno cree de verdad en una alianza Colombia-CIA para hacerle daño a Ecuador?
Hay un afán norteamericano de cuidar su patio trasero y de asegurar, como sea, el apoyo de los gobiernos latinoamericanos. Es evidente que en función de esa estrategia de Estados Unidos, Colombia busca regionalizar su conflicto. Someter la soberanía a las necesidades de una lucha nacional supuestamente contra el terrorismo es una tesis peligrosa que ha hecho daño en otras partes del mundo.

La lucha contra las Farc, ¿compromete la estabilidad política de su país?
Lo que asegura la estabilidad política en Ecuador es que el Presidente haya afirmado que la CIA estaba permeando peligrosamente niveles de decisión. Pero lo mismo podría pasarle a Colombia porque la intervención de un servicio de inteligencia extranjero es siempre factor de inestabilidad. De la misma manera como el Gobierno colombiano nos quiere dar lecciones de política, nosotros le recomendaríamos liberarse de la estrategia militar de Bush.

¿Tan fuerte ha sido la injerencia de la CIA que fue necesaria una purga o depuración en la cúpula militar?
Depuración es una palabra que se usa cuando hay elementos malos. Yo diría que hubo un relevo para oxigenar a la cúpula y al propio Ministerio de Defensa. Ese relevo tuvo relación con la forma como se manejó la información de nuestros servicios de inteligencia, hecho que favoreció que la CIA pretendiera permear algunos sectores. El relevo lo motivó, en últimas, la ausencia de información hacia la Presidencia.

Para usted, un intelectual de izquierda que ahora está al frente de las Fuerzas Armadas, ¿qué son las Farc?
Las Farc tienen un origen histórico y están en la entraña misma de la violencia política colombiana. La bárbara masacre del liderazgo de la Unión Patriótica las dejó sin norte. Entonces se ligaron al narcotráfico, aunque no quiero usar el epíteto de narcoguerrilla. La situación de los secuestrados es inadmisible para quienes defendemos los Derechos Humanos. Debe quedar suficientemente claro que Ecuador no comulga con las Farc, porque, lo mismo que los paramilitares, no conducen a una salida democrática. Pero tampoco creo que su derrota militar sea la salida, aunque eso corresponde a la política interna de Colombia.

Las Farc ven a Venezuela y a Ecuador como aliados para lograr que les reconozcan el estatus de beligerancia.
Ecuador no ha hecho declaraciones en ese sentido.

También existe la sensación de que Ecuador ha hecho causa común con Hugo Chávez contra Colombia.
De ninguna manera. Lo que hubo fue una solidaridad del Gobierno venezolano ante el ataque del 1° de marzo, solidaridad que se extendió a Chile, Argentina y que acaba de llegar a México. Correa mantuvo una excelente relación con Uribe hasta la mentira de ese 1° de marzo. Hay coincidencias con Chávez en algunos aspectos ideológicos, pero no tiene sentido concebir al Gobierno ecuatoriano como una extensión del chavismo. Ese es un discurso de la oposición que se ha extendido a algunos sectores de la derecha latinoamericana.

¿El desmonte de la base militar de Manta y la propuesta de crear una Organización de Estados Latinoamericanos y una especie de OTAN regional va en dirección a una ruptura con Estados Unidos?
Ecuador no plantea una alianza política y militar en el continente. A partir de una propuesta de Brasil, queremos sumarnos a la creación de un sistema de seguridad latinoamericano que permita una observación constante de los conflictos que puedan presentarse en la región y asegurar la independencia y soberanía del subcontinente frente a Estados Unidos. En cuanto a lo de Manta, el Presidente dijo desde el comienzo que no permitiría la presencia de bases militares extranjeras, cualquiera que fuera su origen. Con Estados Unidos hay una buena relación en la que caben nuestras posiciones críticas sobre algunos aspectos de su política. No se trata de una ruptura radical.

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