La crisis se expande y multiplica a escala global: El colapso financiero con desaceleración económica y desempleo (por efecto de la contracción del crédito) exportada originalmente de EEUU ya se contagia aceleradamente por las economías del euro que afrontan crecientes huelgas y protestas sociales que han llevado a la Unión Europea a decretar la alerta roja y una agenda de reuniones de urgencia para afrontar el terremoto económico recesivo.
Según la prensa europea, las turbulencias económico financieras, sociales y sindicales se están llevado por delante a los gobiernos de Bélgica e Islandia, y comienzan a generar inestabilidad y principios de caos social en las primeras potencias del euro, como Francia y Reino Unido, proyectándose también al ex bloque comunista de Europa del Este, donde se han registrado algunas de las mayores movilizaciones de los últimos 20 años.
A medida que las consecuencias de la desocupación y el desplome del poder adquisitivo del salario se hacen sentir por toda Europa, la protesta baja a la calle en cada vez más países para expresar el descontento.El malestar social que generan la desocupación creciente y el deterioro de las condiciones salariales, así como el achicamiento de la capacidad de consumo, exacerba el estado de frustración colectiva, provoca pérdida de confianza en los políticos y alimenta las huelgas y protestas sociales que comienzan a extenderse por toda la geografía europea. "La situación es preocupante y puede empeorar en los próximos meses", alertó el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. "La crisis amenaza con provocar protestas "casi en todas partes", advirtió.
En Francia, la semana pasada, se registró una masiva huelga general y hubieron protestas también masivas en Reino Unido con xenofobia incluida, donde trabajadores de una veintena de plantas energéticas exigieron que no se contrate a extranjeros.
En Francia, se registró la mayor protesta de los últimos años. Más de un millón de manifestantes protestaron y se movilizaron por todo el país, exigiendo del presidente Sarkozy una acción más enérgica para contener la sangría recesiva y el proceso de desocupación.
El transporte público quedó prácticamente paralizado, y un tercio de los profesores se mantuvieron fuera de sus escuelas. Trabajadores de fábrica, de correos, de hospitales y muchos otros empleados se plegaron a la huelga, y hasta participó de la protesta una parte del personal de la bolsa de París.
Otros países como España, con el récord de desocupación de la zona del euro, e Irlanda, con las cuentas públicas destruidas que pueden llevar el déficit al 13%, y Alemania, la mayor economía europea, que sufre la peor recesión desde la II Guerra Mundial, enfrentan un panorama proyectado de huelgas y conflictos sociales a corto plazo.
Grecia por su parte sufre constantes protestas de los agricultores, que mantienen bloqueadas las autopistas y pasos fronterizos con Bulgaria. El gobierno se encuentra entre la espada y la pared.
"Lo que estamos viendo en Grecia no está lejos desgraciadamente de lo que puede ocurrir en Francia",advirtió el ex primer ministro socialista francés Laurent Fabius.En Europa central y del este, el peligro de revueltas se visualiza como potencialmente mayor.
En Letonia, una manifestación con más de 10.000 personas -una de las más concurridas desde finales de los años ochenta- desembocó en fuertes disturbios en el centro de Riga.
Ese mismo día, una protesta de 7.000 personas en Lituania acabó también con cargas policiales. Hubo 20 heridos. Manifestaciones más pequeñas han surgido también en Bulgaria, República Checa y Hungría. "No hay un perfil homogéneo de los que protestan, aunque les une su negativa a ser politizados", dice Vessela Tcherneva, analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en la oficina de Sofía.
La crisis ya se llevó puesto al primer ministro belga, Yves Leterme, que fue el primero en caer a consecuencia de la crisis del banco Fortis, y dimitió el pasado 19 de diciembre.
Le siguió los pasos el gobierno islandés del conservador Geir H. Haarde, que no pudo resistir la presión ciudadana por el hundimiento de los bancos y la economía de su país, que este año caerá el 9,7%, y presentó su dimisión hace una semana, acorralado por las protestas y las huelgas.
La recesión simultánea por la que atraviesan EEUU, Europa y Japón amenaza con ser la peor desde la II Guerra Mundial, según un informe del Banco Mundial, y pone en evidencia el entrelazamiento existente entre las economías desarrolladas en crisis (EEUU-UE-Japón) con las emergentes (China-India-Rusia-Brasil).
EEUU, Europa y China (a las que habría que agregar Japón), las tres economías directrices y vertebrales del sistema capitalista, ya padecen, en distintas escalas, una crisis recesiva que puede conducir a una debacle en cadena de todo el modelo económico globalizado regente.
En este escenario, la desocupación (como inmediato emergente de la desaceleración económica) es el factor desencadenante que unifica las protestas y los conflictos sociales tanto en Europa Occidental como en Europa del Este, donde los gobiernos y procesos institucionales -como señalan los analistas- comienzan a correr serios riesgos.
Dentro de este cuadro, la Unión Europea ya encendió un alerta general para detener un proceso que los expertos proyectan como una luz roja para la futura gobernabilidad de la región.
Con ese objetivo, la Unión Europea celebrará dos nuevas cumbres, el 1 de marzo y en una fecha por determinar en mayo, en un intento por evitar que las tensiones creadas por las medidas de algunos países para neutralizar los conflictos y acabar con la crisis terminen generando un proceso de inestabilidad política entre los Veintisiete.El presidente de turno de la UE y primer ministro checo, Mirek Topolanek, afirmó que las reuniones, que se sumarán al Consejo Europeo previsto para el 19 y 20 de marzo, buscan frenar las protestas y las huelgas, además de los focos de caos político mediante una mejor coordinación de las medidas nacionales de cada país."Es una de las razones por las que creemos que hay que discutir y acabar con todas las tensiones", afirmó Topolanek en una conferencia de prensa junto con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
Topolanek admitió que la crisis "ha traído problemas que la UE creyó que eran del siglo pasado", entre los que citó "reacciones xenófobas", y aceptó que la Unión se encuentra "en una situación critica, sin precedentes en varias décadas".
El proteccionismo económico que se expande por Europa a medida que la crisis se hace más dura, a su vez está abriendo una nueva brecha en las relaciones entre la vieja Unión Europea y la nueva, la que nació hace menos de cinco años con la entrada del bloque de países del este.
La reciente huelga contra los trabajadores extranjeros en Reino Unido fue un torpedo contra los cimientos del proyecto político de la Unión Europea. A partir de entonces, se profundizaron las medidas adoptadas por algunos Estados para proteger sus bancos e industrias, especialmente en el sector del automóvil.
Al temor por las huelgas y protestas se suma la xenofobia como un factor de "alta preocupación" que echa gasolina al panorama social explosivo agravado por la desocupación y la inestabilidad laboral.En las últimas semanas, el fantasma del "nacionalismo económico" fue resucitado en la UE con las huelgas y protestas en el sector energético británico contra la competencia de trabajadores de otros países europeos.El propio primer ministro checo reaccionó la pasada semana con dureza cuando Nicolás Sarkozy dijo que su Gobierno no dará ayudas públicas a los fabricantes franceses de vehículos para que luego se instalen en la República Checa.
Topolanek admitió que la crisis "ha traído problemas que la UE creyó que eran del siglo pasado", entre los que citó "reacciones xenófobas", y aceptó que la Unión se encuentra "en una situación critica, sin precedentes en varias décadas".Evitar que se extienda el clima de revueltas populares y movilizaciones de protesta será uno de los principales objetivos de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de la UE que se celebrará en marzo.
El panorama de inestabilidad se incrementa con la cadena de anuncios de cierres de empresas que ya han elevado el número de desocupados en la UE hasta los 17,4 millones, 1,6 millones más que hace un año.
Según, Poul Nyrup Rasmussen, presidente del Partido de los Socialistas Europeos:"Europa debería tomar nuevas y excepcionales medidas para evitar la pérdida de 3,5 millones de empleos previstos para este año". La Organización Internacional del Trabajo pronosticó la pérdida de 51 millones de empleos en todo el mundo.
En este escenario, la crisis social con protestas y huelgas (consecuencia de la caída del consumo y los despidos laborales) ya se perfila como un emergente de la crisis recesiva- laboral y se sigue extendiendo peligrosamente por toda la geografía europea.
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Informe especialIAR Noticias
La crisis recesiva con desempleo masivo que ya azota con dureza extrema a la primera potencia imperial, EEUU, ahora arrasa también con las economías centrales de la zona del euro donde se registran huelgas y protestas sociales que barren con la estabilidad de los gobiernos desde Francia, Reino Unido, España, hasta Bélgica e Islandia.
La crisis recesiva con desempleo masivo que ya azota con dureza extrema a la primera potencia imperial, EEUU, ahora arrasa también con las economías centrales de la zona del euro donde se registran huelgas y protestas sociales que barren con la estabilidad de los gobiernos desde Francia, Reino Unido, España, hasta Bélgica e Islandia.
Según la prensa europea, las turbulencias económico financieras, sociales y sindicales se están llevado por delante a los gobiernos de Bélgica e Islandia, y comienzan a generar inestabilidad y principios de caos social en las primeras potencias del euro, como Francia y Reino Unido, proyectándose también al ex bloque comunista de Europa del Este, donde se han registrado algunas de las mayores movilizaciones de los últimos 20 años.
A medida que las consecuencias de la desocupación y el desplome del poder adquisitivo del salario se hacen sentir por toda Europa, la protesta baja a la calle en cada vez más países para expresar el descontento.El malestar social que generan la desocupación creciente y el deterioro de las condiciones salariales, así como el achicamiento de la capacidad de consumo, exacerba el estado de frustración colectiva, provoca pérdida de confianza en los políticos y alimenta las huelgas y protestas sociales que comienzan a extenderse por toda la geografía europea. "La situación es preocupante y puede empeorar en los próximos meses", alertó el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. "La crisis amenaza con provocar protestas "casi en todas partes", advirtió.
En Francia, la semana pasada, se registró una masiva huelga general y hubieron protestas también masivas en Reino Unido con xenofobia incluida, donde trabajadores de una veintena de plantas energéticas exigieron que no se contrate a extranjeros.
En Francia, se registró la mayor protesta de los últimos años. Más de un millón de manifestantes protestaron y se movilizaron por todo el país, exigiendo del presidente Sarkozy una acción más enérgica para contener la sangría recesiva y el proceso de desocupación.
El transporte público quedó prácticamente paralizado, y un tercio de los profesores se mantuvieron fuera de sus escuelas. Trabajadores de fábrica, de correos, de hospitales y muchos otros empleados se plegaron a la huelga, y hasta participó de la protesta una parte del personal de la bolsa de París.
Otros países como España, con el récord de desocupación de la zona del euro, e Irlanda, con las cuentas públicas destruidas que pueden llevar el déficit al 13%, y Alemania, la mayor economía europea, que sufre la peor recesión desde la II Guerra Mundial, enfrentan un panorama proyectado de huelgas y conflictos sociales a corto plazo.
Grecia por su parte sufre constantes protestas de los agricultores, que mantienen bloqueadas las autopistas y pasos fronterizos con Bulgaria. El gobierno se encuentra entre la espada y la pared.
"Lo que estamos viendo en Grecia no está lejos desgraciadamente de lo que puede ocurrir en Francia",advirtió el ex primer ministro socialista francés Laurent Fabius.En Europa central y del este, el peligro de revueltas se visualiza como potencialmente mayor.
En Letonia, una manifestación con más de 10.000 personas -una de las más concurridas desde finales de los años ochenta- desembocó en fuertes disturbios en el centro de Riga.
Ese mismo día, una protesta de 7.000 personas en Lituania acabó también con cargas policiales. Hubo 20 heridos. Manifestaciones más pequeñas han surgido también en Bulgaria, República Checa y Hungría. "No hay un perfil homogéneo de los que protestan, aunque les une su negativa a ser politizados", dice Vessela Tcherneva, analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en la oficina de Sofía.
La crisis ya se llevó puesto al primer ministro belga, Yves Leterme, que fue el primero en caer a consecuencia de la crisis del banco Fortis, y dimitió el pasado 19 de diciembre.
Le siguió los pasos el gobierno islandés del conservador Geir H. Haarde, que no pudo resistir la presión ciudadana por el hundimiento de los bancos y la economía de su país, que este año caerá el 9,7%, y presentó su dimisión hace una semana, acorralado por las protestas y las huelgas.
La recesión simultánea por la que atraviesan EEUU, Europa y Japón amenaza con ser la peor desde la II Guerra Mundial, según un informe del Banco Mundial, y pone en evidencia el entrelazamiento existente entre las economías desarrolladas en crisis (EEUU-UE-Japón) con las emergentes (China-India-Rusia-Brasil).
EEUU, Europa y China (a las que habría que agregar Japón), las tres economías directrices y vertebrales del sistema capitalista, ya padecen, en distintas escalas, una crisis recesiva que puede conducir a una debacle en cadena de todo el modelo económico globalizado regente.
En este escenario, la desocupación (como inmediato emergente de la desaceleración económica) es el factor desencadenante que unifica las protestas y los conflictos sociales tanto en Europa Occidental como en Europa del Este, donde los gobiernos y procesos institucionales -como señalan los analistas- comienzan a correr serios riesgos.
Dentro de este cuadro, la Unión Europea ya encendió un alerta general para detener un proceso que los expertos proyectan como una luz roja para la futura gobernabilidad de la región.
Con ese objetivo, la Unión Europea celebrará dos nuevas cumbres, el 1 de marzo y en una fecha por determinar en mayo, en un intento por evitar que las tensiones creadas por las medidas de algunos países para neutralizar los conflictos y acabar con la crisis terminen generando un proceso de inestabilidad política entre los Veintisiete.El presidente de turno de la UE y primer ministro checo, Mirek Topolanek, afirmó que las reuniones, que se sumarán al Consejo Europeo previsto para el 19 y 20 de marzo, buscan frenar las protestas y las huelgas, además de los focos de caos político mediante una mejor coordinación de las medidas nacionales de cada país."Es una de las razones por las que creemos que hay que discutir y acabar con todas las tensiones", afirmó Topolanek en una conferencia de prensa junto con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
Topolanek admitió que la crisis "ha traído problemas que la UE creyó que eran del siglo pasado", entre los que citó "reacciones xenófobas", y aceptó que la Unión se encuentra "en una situación critica, sin precedentes en varias décadas".
El proteccionismo económico que se expande por Europa a medida que la crisis se hace más dura, a su vez está abriendo una nueva brecha en las relaciones entre la vieja Unión Europea y la nueva, la que nació hace menos de cinco años con la entrada del bloque de países del este.
La reciente huelga contra los trabajadores extranjeros en Reino Unido fue un torpedo contra los cimientos del proyecto político de la Unión Europea. A partir de entonces, se profundizaron las medidas adoptadas por algunos Estados para proteger sus bancos e industrias, especialmente en el sector del automóvil.
Al temor por las huelgas y protestas se suma la xenofobia como un factor de "alta preocupación" que echa gasolina al panorama social explosivo agravado por la desocupación y la inestabilidad laboral.En las últimas semanas, el fantasma del "nacionalismo económico" fue resucitado en la UE con las huelgas y protestas en el sector energético británico contra la competencia de trabajadores de otros países europeos.El propio primer ministro checo reaccionó la pasada semana con dureza cuando Nicolás Sarkozy dijo que su Gobierno no dará ayudas públicas a los fabricantes franceses de vehículos para que luego se instalen en la República Checa.
Topolanek admitió que la crisis "ha traído problemas que la UE creyó que eran del siglo pasado", entre los que citó "reacciones xenófobas", y aceptó que la Unión se encuentra "en una situación critica, sin precedentes en varias décadas".Evitar que se extienda el clima de revueltas populares y movilizaciones de protesta será uno de los principales objetivos de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de la UE que se celebrará en marzo.
El panorama de inestabilidad se incrementa con la cadena de anuncios de cierres de empresas que ya han elevado el número de desocupados en la UE hasta los 17,4 millones, 1,6 millones más que hace un año.
Según, Poul Nyrup Rasmussen, presidente del Partido de los Socialistas Europeos:"Europa debería tomar nuevas y excepcionales medidas para evitar la pérdida de 3,5 millones de empleos previstos para este año". La Organización Internacional del Trabajo pronosticó la pérdida de 51 millones de empleos en todo el mundo.
En este escenario, la crisis social con protestas y huelgas (consecuencia de la caída del consumo y los despidos laborales) ya se perfila como un emergente de la crisis recesiva- laboral y se sigue extendiendo peligrosamente por toda la geografía europea.
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