04 febrero 2009

OBAMA PONE LIMITE AL SUELDO DE LOS EJECUTIVOS DE WALL STREET...


La Casa Blanca se niega a premiar el fracaso con dinero público
ANTONIO CAÑO - Washington - 05/02/2009

En una drástica intervención por parte del Estado en la gestión privada del sistema financiero, el presidente de EE UU, Barack Obama, impuso ayer un límite de 500.000 dólares (unos 386.000 euros) al salario total que pueden recibir al año los ejecutivos, así como otras fuertes restricciones en sus beneficios y gastos. El objetivo de esta medida, que irrita a Wall Street y afecta a la línea medular de la mayor potencia capitalista, es devolver la confianza de los inversores y del público en los bancos, como base sustancial para relanzar la economía.

Obama aseguró que ésta no es una acción indiscriminada contra la persecución de la riqueza, sino un intento de poner orden en una industria que había perdido la perspectiva y se había convertido en un escándalo nacional. "Esto es América", dijo el presidente. "No menospreciamos la riqueza. No castigamos a nadie por conseguir el éxito, y creemos que el éxito debe ser premiado. Pero lo que irrita justamente a los ciudadanos es que los ejecutivos sean premiados por su fracaso. Especialmente cuando esos premios están subsidiados por los contribuyentes estadounidenses".

Según las normas aprobadas ayer por el Departamento del Tesoro, los ejecutivos de todos los bancos, aseguradoras, bancos de inversiones y otras instituciones del sistema financiero que están recibiendo dinero del Estado de forma extraordinaria (que incluye también a Bank of America, Citibank o AIG), tendrán que recortar sus ingresos al medio millón de dólares año, incluidos salarios, incentivos u otras formas de pago directo o en especies por parte de su compañía.

Si la firma afectada quiere retribuirles por encima de esa suma -que resulta una insignificancia en el contexto de lo que los altos ejecutivos ganan en este país-, sólo podrá hacerlo mediante acciones que los beneficiados no podrán cobrar hasta que la empresa haya devuelto al Estado el dinero recibido como ayuda.

Entre otras medidas, las nuevas normas ponen fin a lo que se denominan paracaídas dorados, las grandes compensaciones que los ejecutivos reciben al dejar sus cargos. A partir de ahora, las instituciones que reciban dinero público sólo podrán pagarles un máximo de un sueldo anual.
Otros gastos que los ejecutivos realizan actualmente en conceptos como el uso de aviones privados, mobiliario, conferencias, vestimenta, actos sociales y cosas similares, deberán ser comunicados previamente al consejo de administración de la empresa y, en última instancia, al Tesoro.

Estas reglas afectan sólo a las empresas que están recibiendo fondos de los paquetes especiales de ayuda aprobados en los últimos meses, que son casi la mayoría. En el futuro se ampliarán a cualquier firma que cuente en algún momento con asistencia estatal en cualquier programa regular. Y a más largo plazo, se encarga al Departamento del Tesoro negociar con los accionistas y directivos de las empresas, así como con una representación de los clientes, un nuevo y más estricto marco de remuneraciones a los futuros ejecutivos.

"Para restaurar el orden en el sistema financiero, tenemos que restaurar la confianza. Y para restaurar la confianza tenemos que asegurarnos que el dinero de los contribuyentes no está subsidiando las compensaciones excesivas de Wall Street", dijo Obama.

El presidente había exteriorizado su irritación la pasada semana al conocerse que los ejecutivos de las empresas financieras se habían repartido el año pasado primas que rondan los 20.000 millones de dólares (unos 15.000 millones de euros). "Es el colmo de la irresponsabilidad, es vergonzoso", manifestó entonces Obama. Esa noticia, unida a otras que han dado cuenta en los últimos días de que los ejecutivos siguen gastando sumas millonarias en carísimas reuniones en Bahamas o en lujosas renovaciones de sus oficinas, han creado una sensación de alarma y repudio sobre la forma en que se están empleando los 700.000 millones de dólares (más de medio billón de euros) aprobados el año pasado para el rescate del sistema financiero.

La mitad de ese dinero está ya gastada. Antes de emplear la otra mitad -y nuevas partidas que quizá sea necesario aprobar en el futuro-, el secretario del Tesoro, Tim Geithner, presentará la próxima semana otras medidas para aumentar la transparencia del gasto y un mayor control estatal.

La oposición conservadora, consciente de que esta política encuentra un enorme eco popular, ha reaccionado con prudencia. Pero expertos en Wall Street advierten que maniatar a las empresas no es el mejor camino para conseguir la recuperación del sistema financiero. El límite a los salarios, particularmente, puede provocar una huida masiva de ejecutivos hacia otros sectores.
El límite de 500.000 dólares es superior al que pedían algunos congresistas demócratas (sugerían igualarlo al salario anual del presidente de la nación: 400.000 dólares), pero resulta inferior a lo que cualquier ejecutivo percibe habitualmente en este país.

El consejero delegado de AIG, por citar una de las compañías afectadas por las nuevas medidas, ingresa cada año cerca de 11 millones de dólares, de los cuales casi cinco millones son como salario y primas. El máximo ejecutivo de Bank of America gana 20 millones de dólares anuales, de los que cerca de seis millones son como salario. El de Citigroup supera los tres millones de dólares como salario e incentivos.

Hay ejecutivos que perciben anualmente sumas todavía mucho mayores si se les añade lo que cobran en acciones, como los consejeros delegados de American Express (25 millones de dólares) o Capital One (73 millones). Fuera del sector financiero, el consejero delegado de General Motors, que también recibe ayuda pública, gana 1.600.000 dólares anuales como salario y 20 millones si se añaden las acciones. Cantidades similares o superiores se manejan en los sectores de las nuevas tecnologías, comunicación y otros muchos.

Estas cifras no causaban mayor escándalo cuando la economía permitía, proporcionalmente, beneficios para todos. Pero ahora, como ayer dijo Obama, "la crisis se convertirá en una catástrofe" si no se actúa con rapidez.

El presidente aprovechó su comparecencia de ayer para insistir en que el Senado debe aprobar cuanto antes el plan de estímulo económico que está debatiendo, incluso aunque no sea el mejor posible. "Ningún plan es perfecto", admitió, "pero no permitamos que lo perfecto se convierta en enemigo de lo esencial". La Casa Blanca no cuenta aún con los votos suficientes para aprobarlo de inmediato, y la negociación para encontrar un proyecto que satisfaga a todos se está prolongando y complicando con posibles consecuencias para la economía y para el crédito del presidente.

El segundo objetivo conseguido por Obama con su iniciativa sobre el sistema financiero ha sido el de dejar atrás la polémica por la dimisión de dos altos cargos, ambos por retrasos en sus pagos de impuestos. Obama contuvo en gran medida los efectos de esa tormenta al reconocer su error el martes en todas las televisiones. "Cometí un error, me equivoqué y asumo la plena responsabilidad por ello", declaró. Hacía años que no se escuchaba algo así en el Despacho Oval.

Pero el Gabinete no está aún completo ni el proceso de confirmaciones en el Senado ha concluido. Todavía pueden surgir más impagos de Hacienda o más dudas sobre los nominados. Ejemplo: hoy mismo, la inexperiencia de Leon Panetta para ser jefe de la CIA.

Principales afectados
- Bank of America. El consejero delegado, Kenneth D. Lewis, ganó en 2007 cerca de 20 millones de dólares (5,75 millones en salario y primas; el resto en acciones, opciones y retribuciones como fondos de pensiones).

- Citigroup. Vikram Pandit, 3,1 millones de dólares (250.000 es el salario base y el resto, en acciones).

- General Motors. Richard Wagoner, unos 20 millones (1,6 millones en salario).

- AIG. Martin J. Sullivan, que fue consejero delegado en 2007, ingresó 11 millones.

- American Express. Kenneth I. Chenault cobró 25 millones, acciones incluidas.

- Capital One. Richard Fairbank, 73 millones.

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