16/02/2008 12:54:23 a.m.
Gonzalo Escribano
El precandidato presidencial demócrata ha logrado lo impensable y lo ha hecho porque conjuga como nadie las variables necesarias para levantar los ánimos y sumar personas a su campaña. Barack Obama pasó de ser un legislador local por el estado de Illinois a senador de los EEUU en 2004. Tras 4 años en el cargo, con una labor que le ha sido reconocida por propios y extraños y a la que no se le puede encontrar ninguna incoherencia, Obama decidió, sin más, emprender la carrera por la candidatura demócrata a la presidencia de los EEUU. Su rival: Hillary Clinton y asociados. La maquinaria de los Clinton parecía hacer inalcanzable la candidatura para cualquier otro que no fuera Hillary. Las encuestas la ponían por delante, y no es para menos puesto que la senadora ha tenido una trayectoria política en la que sus aciertos superan por mucho sus errores.
Gonzalo Escribano
El precandidato presidencial demócrata ha logrado lo impensable y lo ha hecho porque conjuga como nadie las variables necesarias para levantar los ánimos y sumar personas a su campaña. Barack Obama pasó de ser un legislador local por el estado de Illinois a senador de los EEUU en 2004. Tras 4 años en el cargo, con una labor que le ha sido reconocida por propios y extraños y a la que no se le puede encontrar ninguna incoherencia, Obama decidió, sin más, emprender la carrera por la candidatura demócrata a la presidencia de los EEUU. Su rival: Hillary Clinton y asociados. La maquinaria de los Clinton parecía hacer inalcanzable la candidatura para cualquier otro que no fuera Hillary. Las encuestas la ponían por delante, y no es para menos puesto que la senadora ha tenido una trayectoria política en la que sus aciertos superan por mucho sus errores.
Además contaba con el hecho de ser una persona pública conocida y reconocida por todo el país. Para su desgracia, no consideró el factor Obama. Incluso me atrevo a decir que Hillary, confiada en ganar no se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que los resultados del fatídico Super Martes mostraron un empate técnico entre ella y su competidor. Lo que había logrado Obama era increíble, de la nada surgió un fenómeno que, al grito de “Yes we can!”, nadie ha podido parar y sigue creciendo. La debacle de Hillary fue evidente tras las siete victorias al hilo de su rival después del Super Martes. Obama gana en el Norte como en el Sur. En un principio se consideró que el apoyo de la mayoría de los jóvenes, afroamericanos y hombres es lo que llevaría a Obama a “algunos” triunfos, sin embargo con el pasar de las elecciones y el cúmulo de más y más victorias, el senador ha conseguido el apoyo de quienes eran los electores naturales de Hillary: las mujeres, blancos, latinos, asiáticos y mayores.
Obama llega como anillo al dedo, con un discurso de esperanza que ha sabido manejar con una campaña impecable, que no ha fallado en ningún punto de la carrera y que además cuenta con el apoyo de “los necesarios” para culminarla con éxito. Obama ha logrado representar ese deseo de cambio y convertirse en el líder de un movimiento sin precedentes. Una campaña política tiene que fusionar el elemento racional al emocional para resultar exitosa. Por el lado racional, Obama conoce a la perfección, aun cuando algunos lo acusan de novato, la situación y los actores que participan y que definirán la elección. Obama atiende a la razón porque tiene bien definidos sus planes de acción de gobierno, no llega a especular. Además conoce a sus compatriotas y sabe como involucrarse con ellos. Lo logra con el apoyo de un sistema que se ha adaptado a su persona. Su principal promotora es Oprah Winfrey, la premiada y más vista conductora norteamericana, quien según la revista Forbes fue la mujer más poderosa en 2005.
El empuje de Oprah, sumado a una gira incansable por toda la unión americana, han logrado que la campaña de Obama sea pagada por sus seguidores y no por corporaciones a quien les termine debiendo favores como es el caso de Hillary Clinton. La campaña se basa en el cambio, que a su vez responde a un grito de esperanza. Para Obama, la esperanza no son simplemente buenas intenciones sino la base para trabajar. Los grandes cambios se llevan a cabo cuando existe esperanza y un compromiso mutuo con el electorado para tomar los riesgos inherentes a perseguirla. Así el senador se presenta como el candidato dispuesto a ofrecer el trabajo que conduzca a lograr el deseado cambio, con el talante y temple que caracterizan a quien tiene la autoridad moral para hablar sobre los temas que afectan a la gente.
El cambio se nota incluso en el discurso cuando se utilizan palabras que llegaron a ser “tabú” en el país capitalista por excelencia como Justicia e Igualdad. Los ejemplos de éxito de Obama no suelen ser los más comunes, puesto que entre otros incluye el de los trabajadores que se organizaron para defender sus derechos. Barack Obama es la ecuación perfecta porque ha logrado desde el sistema, presentarse como una verdadera opción para el cambio no sólo superficial sino en lo que llama el “mindset” de la gente, ha sabido llevar a la perfección los asuntos de ética y razón con los que puede posicionarse como el primer presidente de una nueva dinastía de políticos, cercanos y extraídos del pueblo. Finalmente, desde la muerte de Kennedy, ha llegado la hora de darle un rostro más humano a la Casa Blanca.
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