25-01-2009
El presidente estadounidense, Barack Obama, junto al consejero de Seguridad Nacional, James Jones. PETE SOUZA (EFE)
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, continuó ayer, con una reunión en la Casa Blanca, su ofensiva para recabar apoyo al plan de estímulo económico con el que busca crear o evitar la pérdida de entre tres y cuatro millones de empleos. Obama ha prometido sacar al país de la profunda crisis económica que sufre y por eso se ha propuesto reunirse todos los días con su equipo económico, incluso los fines de semana.
La tarea que tiene por delante no es fácil, teniendo en cuenta que la crisis ha dejado ya sin trabajo a 2,6 millones de personas y que uno de cada diez propietarios afronta una ejecución hipotecaria. Los expertos coinciden en que la tasa de desempleo podría alcanzar los dos dígitos si el Gobierno no actúa pronto.
Obama no pierde ocasión en afirmar que la situación requiere medidas "sin precedentes", como reiteró ayer en su alocución radiofónica, su primera como presidente de EE UU. Él mismo advirtió de que la economía podría perder un billón de dólares de su capacidad a corto plazo, lo que supondría una pérdida de ingresos de más de 12.000 dólares para una familia de cuatro miembros, según sus cálculos. Por ello quiere que se apruebe cuanto antes su Plan bianual de Reinversión para la Recuperación, en el que trabaja con el Congreso y que está valorado en 825.000 millones de dólares. Obama espera conseguir la aprobación de su plan el 16 de febrero, pero todavía afronta la oposición de algunos republicanos.Para eliminar las últimas diferencias, el presidente se reunirá el martes de nuevo con los legisladores. En líneas generales, la estrategia de Obama es la que anunció en el periodo de transición: se centrará en áreas prioritarias como energía, educación, salud y nuevas infraestructuras.
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