01 septiembre 2013

EL DESTINO DE ATAQUE A SIRIA EN MANOS DEL CONGRESO


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Conflicto en Siria

Los planes de Estados Unidos
El destino del ataque a Siria, en manos de un Congreso impredecible
La decisión de Obama introduce muchos elementos de incertidumbre
  • El rechazo de la opinión pública ha impulsado este paso del presidente
  • Un 44% de los ciudadanos encuestados está en contra de la intervención
  • La votación no se llevará a cabo hasta el 9 de septiembre
Eduardo Suárez (corresponsal) | Nueva York
Actualizado domingo 01/09/2013 04:35 horas
Barack Obama se apartó en las últimas horas del abismo al que durante dos años ni siquiera se atrevió a asomar. Su decisión de someter a votación en el Congreso el ataque sobre Siria introduce muchos elementos de incertidumbre que merece la pena analizar.

1. Rehén de su victoria

Barack Obama es un presidente maniatado por los congresistas republicanos, que han torpedeado todas sus iniciativas domésticas desde su triunfo en las legislativas de 2010. Su reelección fue un triunfo a medias porque la oposición conservó el control de la Cámara de Representantes y con ello el poder de bloquear propuestas como la reforma migratoria y mantener el control sobre cualquier cambio en el presupuesto del país.
Es esa polarización ideológica la que ha convertido al Capitolio en la institución más impopular de Estados Unidos y la que hace aún más increíble la decisión que anunció Obama ayer. El presidente cuyas iniciativas domésticas han sido maniatadas sistemáticamente por el Congreso decidió dejar en sus manos la única parcela de poder que hasta ahora no podían usurparle: su autoridad para dirigir la política exterior.

2. Una decisión voluntaria

Obama no estaba obligado a someter a votación el ataque a Siria. La Resolución de Poderes de Guerra de 1973 sólo le exige la aprobación del Capitolio si una operación militar dura más de dos meses. Pero es una norma que han incumplido por sistema todos los presidentes. Incluido el propio Obama, que mantuvo sus aviones en Libia más allá del plazo sin someter aquella intervención a votación.
Muchos observadores se preguntaban este sábado por qué el presidente acude ahora al Congreso si no lo hizo en la misión que derrocó a Muamar Gadafi hace dos años. Una pregunta cuya respuesta tiene menos que ver con la naturaleza limitada del ataque que con el rechazo que ha suscitado en la opinión pública y en la comunidad internacional. La de Libia era una operación más larga pero más sencilla y con menos implicaciones estratégicas. El ataque a Siria aspira a ser una misión breve pero podría desencadenar un conflicto mucho peor.

3. Un resultado impredecible

Es imposible predecir si el Congreso votará a favor del ataque que propone Obama. El anuncio del sábado pilló por sorpresa a la mayoría de los legisladores, que se felicitaron por el cambio de opinión del presidente y anunciaron que sopesarían su voto durante los próximos días.
Los congresistas no votarán en ningún caso hasta el lunes 9 de septiembre: la fecha en que tenían previsto volver de vacaciones antes del anuncio de la Casa Blanca. Un calendario que les permitirá consultar su decisión con sus colegas pero que mantendrá la incertidumbre sobre el ataque durante muchos días más. Republicanos libertarios como Rand Paul ya han advertido que se opondrán a la intervención. También demócratas como Elisabeth Warren, que ayer advirtió contra el peligro que el ataque supone para la población civil.
El republicano Marco Rubio ha sugerido que podría votar en contra del ataque y también lo han hecho 'halcones' influyentes como Lindsay Graham o John McCain, que no lo respaldan porque no es "parte de una estrategia general que pueda cambiar la dinámica en el campo de batalla y lograr el objetivo de expulsar a Asad".
Aun así, la impresión general es que el futuro del ataque pasará por la capacidad de la Casa Blanca para lograr el respaldo de los republicanos de la Cámara de Representantes. Un grupo que incluye líderes propensos al sí como Mike Rogers o Eric Cantor pero también legisladores frívolos y deseosos de infligir una derrota a Obama en un asunto tan fundamental. "El presidente sólo puede ganar la votación si logra el respaldo de la mayoría de los diputados de su propio partido y no creo que pueda lograrlo", decía ayer el republicano Tom Cole en referencia a la renuencia de los demócratas a pronunciarse a favor de una intervención.

4. Una opinión pública dividida

El ataque que plantea Obama no cuenta con el apoyo mayoritario de la ciudadanía. Un 50% de los encuestados por Ipsos está a favor de llevarlo a cabo y un 44% se declara en contra de la intervención. Unas cifras que a priori parecen poco concluyentes pero que cabe completar dos detalles importantes: sólo el 27% piensa que vaya a ayudar a mejorar la situación en Siria y sólo el 21% piensa que esté en juego los intereses nacionales del país.
El escaso entusiasmo que despierta el ataque es un problema para Obama porque hará que muchos congresistas se piensen mucho su voto a favor. Sobre todo aquéllos que afrontan la carrera por la reelección el año que viene: todos los miembros de la Cámara de Representantes y un tercio de los senadores. Entre ellos el influyente republicano Mitch McConnell. "Me sorprendería mucho si el apoyo al ataque alcanzará el 50% en mi estado de Pensilvania", decía este sábado el senador demócrata Bob Casey, cuyas palabras sugieren que podría votar que no.

5. Impresión de debilidad

La inmensa mayoría de los congresistas elogiaron este sábado la decisión del presidente. Pero algunos criticaron su marcha atrás como un signo de debilidad. Muchos analistas alertaron sobre el malestar que los titubeos de Obama suscitarían en aliados como Francia, Turquía o Arabia Saudí. Otros apuntaron que a partir de ahora los israelíes desconfiarían aún más si cabe de la voluntad de la Casa Blanca de impedir por la fuerza el desarrollo del programa nuclear iraní.
"El presidente está abdicando de su responsabilidad como comandante en jefe y está dinamitando la autoridad de futuros presidentes. No necesita 535 miembros del Congreso para aplicar su propia línea roja", dijo el sábado el congresista republicano Peter King.

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