La retórica del ex presidente George W. Bush de "estás conmigo o contra mí" ha sido desterrada por Obama.
En el discurso de Obama no hay espacio para la "guerra preventiva" o la "unilateralidad".
Carlos Chirinos
BBC Mundo, Washington
El escenario era el mismo: la academia militar de West Point. El público también: jóvenes oficiales listos para ser desplegados en los frentes de combate en Irak o Afganistán. El orador, el presidente de los Estados Unidos dando su noveno discurso de graduación en tiempo de guerra.
En el discurso de Obama no hay espacio para la "guerra preventiva" o la "unilateralidad".
Y sin embargo el mensaje sonó muy distinto al que ofreció en 2002 el entonces presidente George W. Bush.
Hablándole a los nuevos oficiales, este fin de semana el presidente Barack Obama delineó una doctrina de política exterior en la que tomó distancia de conceptos como la "unilateralidad" o la "guerra preventiva", que usó Bush en medio de la entonces llamada "guerra contra el terrorismo".
Como ha venido haciendo desde que asumió el poder, el presidente estadounidense recordó "lo bien" que le ha ido a Washington cuando se vincula con sus socios y cómo se puede crear un nuevo orden mundial basado en la diplomacia y la cooperación.
Aunque la retórica se haya suavizado, algunos consideran que las imposiciones de la realidad geopolítica no le permitirán a Obama alejarse demasiado de la polémica "diplomacia de vaquero" como se le llamaba peyorativamente a la "Doctrina Bush".
Manejando la corriente
Militarismo con América Latina
En este hemisferio algunos se quejan de que el "menos guerrerista" Obama mantiene las relaciones "militarizadas" con América Latina heredadas de Bush, según un informe presentado este lunes por varias organizaciones que estudian las políticas de Washington hacia la región.
"La retórica está mejor (que cuando Bush), pero queremos ver cambios reales en términos de cooperación y políticas hacia la región", aseguró a BBC Mundo, Lisa Haugaard, del Grupo de Trabajo Latinoamericano, uno de los que respalda el reporte.
"EE.UU. puede decidir invertir en otras áreas y no sólo en seguridad. Hay necesidades básicas todavía en partes de América Latina. Pero le ha dado prioridad a esas relaciones de seguridad", dice Haugaard, poniendo de ejemplo el pacto para uso de bases en Colombia.
Aunque Hauggard reconoce la necesidad de luchar contra el extremismo o el narcotráfico, considera que el concepto de seguridad que se emplea deja afuera campos como el fortalecimiento del sistema judicial, "que también es seguridad".
Sin embargo, las organizaciones dicen ver un cambio en la manera como se manejó la asistencia de emergencia tras el terremoto en Haití o con los recortes en las “políticas duras” en el combate a las drogas, como la disminución de fumigación aérea para erradicación de cultivos.
Este jueves, la Casa Blanca deberá cumplir con la obligación legal de presentar al Congreso el informe sobre su estrategia diplomática, la doctrina que seguirá en política exterior.
Algunos analistas aseguran que lo dicho por el mandatario en West Point muestra la base de esa nueva diplomacia.
"EE.UU. no ha tenido éxito porque saliera de las corrientes de la cooperación internacional. Hemos tenido éxito manejando esas corrientes en la dirección de la libertad y justicia", afirmó Obama en su discurso a los oficiales que se graduaban.
Pero para el especialista en temas de política exterior Will Inboden, esas mismas palabras evidencian los cambios profundos que se han dado entre el candidato Obama del 2008 y el presidente en el que se ha tenido que convertir.
"Es una manera elegante de decir que el poder y al influencia estadounidense continúan dándole forma al orden internacional", escribe Indoden este martes en la revista especializada Foreign Policy.
Inboden rechaza que el discurso presidencial indique una ruptura absoluta con la doctrina Bush de ataques preventivos, como ha venido siendo destacado por los medios locales.
"El hecho de que el presidente Obama no descarte explícitamente la posibilidad del uso de la fuerza preventiva no significa que su gobierno necesariamente la descarte", afirma Inboden, quien destaca como Obama ha mantenido en lo básico la política militar en Irak y Afganistán que tanto cuestionó como senador y como candidato.
Conmigo o contra mí
En cambio, para Rick Nelson, director del Programa de Seguridad del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos, una organización que estudia políticas públicas ubicada en Washington, se trata de "un paso positivo" de ruptura.
"Obama ha hecho un esfuerzo para romper con la era Bush desechando la retórica de 'estás conmigo o estás contra mí' y tratando de llegarle más abiertamente a la comunidad global", aseguró Nelson a BBC Mundo.
La retórica del ex presidente George W. Bush de "estás conmigo o contra mí" ha sido desterrada por Obama.
Según Nelson, la estrategia ha funcionado para abordar las relaciones con China, profundizar los acuerdos nucleares con Rusia o convencer a la Unión Europea de emplear rescates económicos para los países en problemas.
Incluso en el caso de Irán, nación hacia la cual Obama ha dicho estar dispuesto a "extender la mano" para superar la diferencias sobre su programa nuclear, Nelson considera que esa política habría servido para dejar en evidencia la negativa iraní al diálogo.
Sin embargo, Nelson reconoce que entre grupos conservadores que prefieren una política exterior más "dura", el cambio de doctrina puede ser interpretado como la aceptación de la derrota frente al "enemigo", que podría ser el extremismo o países específicos.
"Desafortunadamente, demasiados políticos y personalidades de medios tienden a mantener vivo ese tipo de polarización. Ese discurso politizado afecta la discusión sana y va en detrimento de nuestra seguridad nacional", lamentó Nelson.
Sin haber presentado una "doctrina", Obama ha sido alabado fuera de EE.UU. por cambiar el tono con que Washington habla con el resto del mundo, poniendo en desuso el concepto de "guerra contra el terrorismo" y acercándose al mundo islámico.
Pero dentro de casa, los críticos consideran que Irán o Corea del Norte, y también China y Rusia, representan desafíos que han escapado del control de la Casa Blanca y reducido el poder y el prestigio estadounidense.
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