La oscura hipótesis sobre el avión malasio de la que no hablan los medios
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Entre los 239 pasajeros viajaban cuatro socios de uno de los clanes financieros
más poderosos del mundo. Con su muerte, la quinta parte heredó el 100% de una
patente de semiconductores.
Por Alejandro Farina // Martes 25 de marzo de 2014 | 13:52
¿Hay
una pieza que falta en el rompecabezas del caso sobre el avión de Malaysia
Airlines? ¿Los grandes medios internacionales son controlados por personajes que
desconocemos? ¿Hubo otros intereses que motivaron a la desaparición del avión
más que un piloto suicida o un ataque terrorista?
Todos
los interrogantes surgen a partir de una extraña investigación que de un día
para el otro, sin pruebas claramente visibles, dio por sentada la destrucción
total de la nave y la muerte de todos los que iban a bordo, sobre una
investigación realizada por una empresa británica.
Un dato
que destacaron pocos medios alternativos mundiales -fuera de las grandes
agencias con principales capitales en Washington y Londres- fue la existencia de
cuatro altos empresarios chinos que viajaban en el MH370.
Se
trata de cuatro empleados de la empresa Freescale Semiconductor, de Austin,
Texas. Esa firma pertenece a la multinacional Blackstone, cuyo propietario es el
famoso multimillonario y financista de Wall Street, Jacob
Rothschild.
Los
Rothschild son una dinastía de financistas y banqueros ultracapitalistas
fuertemente ligados a otros personajes como John D. Rockefeller o George Bush,
con base en Londres, pero fuerte presencia en Wall Street y en toda
Europa.
Fueron
los propulsores del Nuevo Orden Mundial, iniciado con la creación del Sistema de
Reserva Federal en EEUU, y aparte de ser financistas de Monsanto y la industria
farmacéutica, también están vinculados con los principales medios de
comunicación internacionales como Associated Press (AP), Reuters, Agence
France-Presse (AFP), Agencia EFE, entre otras.
Cuatro
días después de que el boeing de Malaysia Airlines desapareciera, una patente de
semiconductores fue aprobada por la oficina de patentes de
EE.UU.
La
patente se divide en partes de un 20% entre cinco titulares: una es la propia
empresa Freescale Semiconductor de Rothschild, y las otras cuatro, entre los
chinos Peidong Wang, Zhijun Chen, Zhijong Cheng y Li Ying, todos ellos de la
ciudad de Suzhou, todos ellos pasajeros del MH370, todos ellos, aún,
desaparecidos. Para el gobierno malasio y los investigadores ingleses,
muertos.
Si un
titular de la patente muere, entonces el resto de los titulares comparten en
partes iguales los dividendos del fallecido, si no se disputa un testamento
previo a su muerte. Si cuatro de los cinco titulares mueren, sus partes pasan al
único que queda vivo. Por ende, el 100% de esta patente -aún desconocida-
pasaría a pertenecer a los Rothschild.
Sumado
a esta casualidad, está el marco de una investigación que sólo puede catalogarse
de "rara". Con satélites que pueden llegar a leer lo que dice un periódico en
cualquier ciudad del mundo, pero que no pueden encontrar a una aeronave completa
ni a ninguna de sus partes o pasajeros.
Con
pruebas avistadas por aeronaves chinas, pero que increíblemente no pueden ser
encontradas por el mejor avión de patrulla marítima de EE.UU. ni por la búsqueda
intensiva de una decena de países.
De
repente, de un día para el otro, el primer ministro malasio dio la noticia que
el avión había sido estrellado y todos los que iban a bordo habían muerto. A los
familiares de las víctimas, se les avisó mediante mensaje de texto en inglés, de
una forma muy extraña.
Los
familiares de los que viajaban en el avión presenciaron una marcha hacia la
embajada de Malasia en Pekín y hacia las oficinas de la aerolínea, pidiendo
"pruebas fehacientes" de la destrucción del avión y hasta en algunos casos
diciendo "no creer" nada de lo que decían las autoridades.
Mientras
tanto, lo único que queda del boeing de Malaysia Airlines son sólo
interrogantes. Signos de pregunta en medio de un mar de dudas e hipótesis, ya
descartadas por los grandes medios y los gobiernos occidentales, pero todavía
presentes en los sentimientos de la gente.
Edard H
Hozzman
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