31 agosto 2013

POR QUÉ ESTADOS UNIDOS ESTÁ LISTO PARA ATACAR SIRIA

Barack Obama


Hay dos maneras de analizar las declaraciones sobre el supuesto uso de armas químicas en Siria que este viernes dieron el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su secretario de Estado, John Kerry: por lo que dijeron y por lo que quisieron decir.
Lo que dijeron los dos funcionarios ha sido reportado ampliamente: que, según información de inteligencia estadounidense, el gobierno sirio del presidente Bashar al Asad llevó a cabo un ataque con armas químicas el 21 de agosto que dejó 1.429 muertes, entre ellas al menos 426 niños.
También dijeron que su país no ha decidido qué hacer al respecto, pero no puede aceptar lo que ocurrió. Es una amenaza a la seguridad nacional, aseguraron.
Y está lo que no dijeron directamente pero tal vez sí quisieron decir: Estados Unidos está más que listo para un ataque. Con o sin Naciones Unidas. Con o sin algunos aliados clave.

"Nadie quiere hacerlo"

Las declaraciones de Obama y Kerry llegaron este viernes con pocos minutos de diferencia, algo inusual en las dinámicas gubernamentales habituales de Estados Unidos, pero una reacción lógica dada la gravedad del ataque en Siria y la atención internacional que hay sobre cada posible paso del gobierno estadounidense.

Opinan los expertos

Daniel Byman (Universidad de Georgetown e Instituto Brookings): "Mi impresión es que Estados Unidos bombardeará, de una forma u otra, aunque sea brevemente. Tanto el presidente como el secretario de Estado mencionaron el tema y lo resaltaron, sin presión del Congreso o del público estadounidense".
Michael Corgan (Universidad de Boston):"El presidente reafirmó lo que el secretario de Estado dijo con mayores detalles, que fue un argumento más completo sobre por qué Estados Unidos tiene que hacer algo, aunque no esté claro qué, sobre la situación en Siria".
David Kay (experto en armas, exmiembro de la misión que buscó armas de destrucción masiva en Irak): "No hay duda de que ocurrió un ataque con armas químicas, pero no hay un caso tan convincente sobre quién lo hizo. La evidencia que vincula este ataque directamente con el régimen de Asad fue en gran parte circunstancial y afirmada, mas no revelada...
Pocos estadounidenses dudan sobre los horrores de una guerra química e incluso menos quieren que esas armas estén en manos de dictadores o terroristas o sean usadas de nuevo en el conflicto sirio. ¿Pero cómo previene una decisión militar de Estados Unidos contra Siria esa consecuencia?"
Todas las declaraciones fueron ofrecidas directamente a BBC Mundo o a la oficina de la BBC en Washington.
El primero en hablar fue Kerry, quien días antes ya había condenado el ataque al calificarlo de "una obscenidad moral".
John Kerry

Esta vez fue más allá. En lo que ha sido calificado como el argumento más fuerte para una acción militar limitada, ofreció detalles sobre un nuevo informe de inteligencia que culpa directamente al gobierno sirio del supuesto ataque químico.
Con base en ese documento, el secretario de Estado enfatizó la pregunta clave: ya no es qué se sabe sobre el ataque sino cuál debe ser la reacción colectiva.
Es importante mencionar este adjetivo que utilizó el secretario de Estado -colectivo- por lo que revela sobre el rol de la comunidad internacional.

En los últimos días el debate ha girado en torno al apoyo con el que puede contar Estados Unidos cuando decida atacar. Ya Alemania dijo que no participaría, ya el parlamento británico votó en contra, y Washington no cuenta con Naciones Unidas, donde se da por descontado el veto de Rusia y China. La esperanza parece estar puesta en Francia y en algunos aliados de Medio Oriente.
Kerry, consciente de ese panorama, abordó estos temas en su discurso. Y lo hizo levantando algunas espinas. Por un lado, se refirió a los franceses como su "aliado más viejo", un guiño a París y a su apoyo, pero quizá un balde de agua fría para los británicos, que generalmente han ido mano a mano con Washington pero esta vez decidieron ir en contra.

Sobre Naciones Unidas tampoco fue tibio: dijo que respeta a los inspectores sobre el terreno que han buscado evidencias del ataque, pero aseguró que la ONU, en últimas, no puede decirle nada a Washington que ya Washington no sepa. En otras palabras, Estados Unidos tomará sus decisiones lejos del órgano internacional por excelencia.

Obama fue aún más claro en este aspecto cuando habló poco después de Kerry, mientras estaba reunido con los líderes de los países del Báltico. No confirmó qué acción tomará su país, pero sí dijo qué acción no tomará: no habrá hombres en el terreno, no será una campaña de largo aliento, no será un compromiso sin un final visible.

Agregó que siempre preferirá una acción multilateral cuando sea posible, pero su obligación como líder es asegurarse de que los regímenes que utilizan armas prohibidas rindan cuentas.
Mencionó la "incapacidad" del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de "proceder frente a la violación clara de normas internacionales" y dijo que no quiere que el mundo esté paralizado.
"Parte del desafío con el que terminamos es que muchas personas piensan que algo debe hacerse, pero nadie quiere hacerlo", afirmó. "Y es parte de lo que permite que, con el paso del tiempo, se desgasten estas prohibiciones internacionales a menos que alguien diga 'no'. Cuando el mundo dice que no vamos a usar armas químicas, estamos hablando en serio'".
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La línea roja

Kerry fue claro al culpar al gobierno de Al Asad del ataque químico.
Esa cita del presidente deja entrever un problema que explica por qué Estados Unidos, aunque no lo afirme tajantemente, está resuelto a intervenir: el gobierno está atrapado en un callejón con una sola salida, actuar en Siria.
Hace un año, el mismo Obama dijo que si el régimen de Al Asad utilizó armas químicas, eso equivaldría a cruzar una línea roja, un límite "inaceptable" que, en sus propias palabras, "cambiaría sus cálculos" sobre una intervención.
Desde entonces ha habido otras declaraciones al respecto, entre ellas, por supuesto, las más contundentes, las de este viernes. Éstas confirman el argumento estadounidense de que hubo un ataque químico y por tanto, si Estados Unidos es consecuente con sus advertencias, no le dejan otra alternativa.
Kerry lo dijo: las decisiones de Estados Unidos están directamente relacionadas con la credibilidad del país.
"Obama sería criticado severamente si diera la impresión de que Reino Unido tiene un poder de veto sobre las políticas estadounidenses."
Daniel Byman, profesor de la universidad de Georgetown
No actuar, no cumplir con esa promesa tantas veces mencionada, tendría un costo político que Obama no se puede permitir de puertas para adentro, donde cada acción del gobierno está siendo analizada con lupa, donde hay elecciones parlamentarias en 2014 y donde Obama ya está pensando en su legado. Tampoco a nivel internacional, donde Washington se está jugando su prestigio como un actor de primer nivel.
Y hay otro factor, que no desarrollaron Obama y Kerry, pero que sí explicó a BBC Mundo el profesor de la Universidad de Georgetown Daniel Byman: Obama "sería criticado severamente si diera la impresión de que Reino Unido tiene un poder de veto sobre las políticas estadounidenses".
Byman se refiere a la decisión del parlamento británico contra la participación de Reino Unido en una eventual operación contra Siria.

Bajo esa luz, la declaración de Kerry en el discurso de este viernes cobra una particular relevancia: la pregunta no es qué se sabe sino qué se va a hacer.
Y ese es el principal interrogante. Esa es la clave que no explicaron Obama y Kerry.
Obama sí dijo, como una generalidad, que al tomar una decisión tendrá que tener en cuenta una cantidad de consideraciones sobre la efectividad de la operación. Y esto no es un asunto menor, pues el gobierno arriesga tanto prestigio si no actúa como si actúa de forma equivocada. Nadie olvida lo que ocurrió en Irak.

El profesor Michael Corgan, de la Universidad de Boston, le dice en ese sentido a BBC Mundo que el gobierno enfrenta un acertijo: cómo atacar un blanco que no derroque al presidente Bashar al Asad, que no cause daños colaterales y que no fuerce a alguno de los actores externos a reaccionar ante la decisión de Estados Unidos.
Ese es, tal vez, el próximo desafío del gobierno. Lo siguiente que tiene que explicar. "¡Y no hay una respuesta fácil!", concluye Corgan

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