AGENCIAS / ELPAIS.com - Washington - 04/12/2008
Han dejado en casa los jets privados y han llegado a Washington conduciendo coches híbridos desde sus sedes de Michigan. Han renunciado a los sueldos millonarios y han aceptado trabajar por un euro el próximo año. Todos estos gestos de austeridad han sido adoptados por los máximos responsables de General Motors, Ford Motor y Chrysler para lograr 34.000 millones de dólares (26.900 millones de euros), el dinero que han calculado que necesitan para seguir en el negocio. Y ese dinero quieren que se lo preste el Congreso estadounidense, donde testificarán este jueves y viernes.
Al igual que hicieran hace dos días, cuando presentaron a los congresistas sus respectivos planes de viabilidad para conseguir la ansiada inyección económica, las firmas automovilísticas han regresado este jueves al Capitolio con la mano extendida, urgiendo un préstamo millonario para evitar que la industria automotriz de EE UU se vaya al traste.
Los ejecutivos han reiterado que la bancarrota "no es una opción" y que, sin el rescate federal, el colapso del sector agravaría la crisis económica.
Esta vez, los tres grandes de Detroit han encontrado menos hostilidad pero cierto escepticismo sobre por qué merecen un rescate, en momentos de gran ansiedad económica, cuando han labrado su propia tumba con desaciertos de gestión, producción y marketing.
Efecto dominó
"Estamos hoy aquí porque cometimos errores... factores fuera de nuestro control nos han empujado al borde" de la ruina, ha reconocido el principal ejecutivo de GM, Rick Wagoner, ante el Comité de la Banca del Senado. Wagoner ha comparecido junto a sus colegas de Ford, Alan Mulally, y de Chrysler, Robert Nardelli, para insistir en que el Congreso les conceda préstamos y líneas de crédito.
Para escapar de la bancarrota General Motors necesita más de 18.000 millones, y "de inmediato" una primera partida de 4.000 millones en diciembre y un monto similar el mes próximo. A cambio, plantea eliminar 31.000 empleos en los próximos tres años (casi un tercio de la plantilla), cerrar 11 de sus 48 plantas y romper los contratos con hasta 2.000 distribuidores de los 6.700 actuales, informa Sandro Pozzi.
Chrysler, por su parte, necesitaría unos 7.000 millones antes de fin de año. Pero su estrategia pasa por establecer "sinergias" con una de sus rivales, mediante fusión o alianza.
Ford está mejor situado, aunque también ha pedido una línea de crédito de 9.000 millones, pero sus ejecutivos no creen que vaya a tener que recurrir a ese dinero. Su interés está más bien en acceder a los fondos del Departamento de Energía para desarrollar coches más eficientes. La compañía estudia desprenderse de Volvo.
El máximo responsable de Ford ha advertido del efecto dominó que tendría lugar si fracasa alguno de sus dos competidores. Ese colapso "amenazaría a Ford, porque dependemos en un 80%de los mismos abastecedores, y cerca del 25% de nuestros principales concesionarios también posee franquicias de GM y Chrysler", ha explicado.
El 61% de estadounidenses rechaza el rescate
Pero en la Casa Blanca, en los pasillos del Congreso, y entre la opinión pública, persiste el recelo. La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, ha dicho hoy que "es prematuro calificar" los planes de Detroit y ha reiterado que el apoyo del Ejecutivo "dependerá de que ellos demuestren viabilidad". El presidente del Comité, Christopher Dodd, y el senador Charles Schumer han advertido por su parte de que, sin acciones inmediatas, habrá "millones" de despidos.
Según una encuesta de CNN del miércoles, el 61% de los estadounidenses se opone a un plan de rescate. Por ello, los tres grandes de Detroit, y grupos laborales y sindicalistas que los respaldan, realizan una intensa campaña de convencimiento para lograr el salvavidas.
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