Bogotá, 11 Sep (Notimex).-
Gloria Gaitán, la mujer que amó “en secreto” al presidente chileno, perdió al hijo que llevaba en el vientre engendrado en el Palacio de La Moneda, recuerda hoy 35 años después sus amores con un hombre que hizo historia: Salvador Allende.
A sus 70 años de edad, Gaitán es una mujer hecha de historia rebelde y militancia, que lleva la sangre de Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo liberal asesinado el 9 de abril de 1948, hecho que encendió la llama de la violencia en Colombia.Esta misma mujer, una economista que el año pasado reveló que durante años amó “en secreto” al mandatario, clandestina en Europa en células del Frente de Liberación Nacional de Argelia, llegó de Cuba a Santiago de Chile para sumarse al proyecto político de Allende.
Pero una copa de vino, un brindis y un cruce de miradas en uno de los salones palaciegos fueron el inició de una relación que pasó de la política y el poder al amor total, en palabras de la colombiana fue “un amor holístico y secreto”.En un amplio y cómodo apartamento del exclusivo sector de Unicentro, en el norte de Bogotá, Gloria Gaitán recuerda algunos momentos de su vida con Allende, unos que hacen parte de la historia de América Latina, otros que son secretos y sólo son de ella.
Sentada en un sillón blanco, sonríe cuando se le pregunta cómo se puede calificar su relación con Allende, si de amiga, compañera, o amante, y empieza a soltar conceptos filosóficos y concluye que la amistad, el ser compañera y amante, todo está “muy enmarcado en emociones ideológicas con un sentido histórico”.-Pero ¿lo amó? replica el periodista.
Es un amor que trasciende todo. Uno siempre busca que el otro lo ame y yo sólo buscaba entregar y dar amor. Lo amé en muchas dimensiones, lo amé como hombre, como símbolo histórico, lo amé como proyecto político.
En mi relación con Allende estaba un proyecto político y la inminencia de su muerte que también contaba mucho en nuestra relación. El quería seguir viviendo en alguién que fuera carne de su carne. Por eso le dejo a usted que encuentre ese calificativo.Yo creo y siento que esa relación fue mucho más honda, mucho más compleja y completa. Yo imagino que ese amor por Allende debió ser muy parecido al que sintió mi mamá por mi papá.
Mi papá decía “yo no sólo soy un hombre, soy un pueblo”. Allende era también América Latina. Era la continuación de la lucha de mi padre.Mientras toma una taza de café, Gaitán agrega: Amé sus virtudes. Hay una cosa que es la atracción física, pero cuando esa atracción física va más allá, uno encuentra en ese ser humano concentrada la historia, el futuro.Allende no sólo era un hombre lleno de encanto personal, también de coquetería. Tenía una coquetería infinita con una gran capacidad de seducción a las mujeres. Pero eso no sólo se queda ahí.Era un hombre lleno de detalles, lleno de encanto personal, pero al mismo tiempo veía en él (en ese momento) que el futuro de América Latina dependía de este hombre. El tercer mundo veía en ese proyecto una alternativa histórica.Hay que entenderlo así. Se necesita ser revolucionario militante para entender lo que significa estar uno enamorado de una esperanza, entonces no es sólo el enamoramiento material, sino el enamoramiento espiritual.
Nosotros como seres humanos no podemos percibir la cuarta dimensión que probablemente es el tiempo. Los sentimientos humanos también tienen dimensiones.Son pocas las veces que uno tiene la oportunidad en la vida de encontrar a un ser humano que reúna el atractivo personal con el representar la razón de ser de uno mismo, porque la lucha de Allende es mi lucha.
No solamente era mi vida personal, era mi vida ideológica, era mi sueño. Hay que inventar una palabra para esa categoría y ese sentimiento.-
¿Qué detalles recuerda de Allende?
Recuerdo mucho su mirada y su sonrisa. Tenía la experiencia de sentarse frente a una mujer en un restaurante y no había necesidad de hablar. Era un mago en insinuaciones con sus gestos, el brillo de sus ojos, con su sonrisa, en eso era un mago.Era muy coqueto en muchas cosas, con muchísima frecuencia me llamaba a hacerme pegas (bromas) a mi oficina y transformaba la voz haciéndose pasar por otra persona y yo me tragaba las pegas y él soltaba la carcajada.
El día que conocí al presidente me parecía inaccesible. Me pareció muy atractivo, muy divertido, sonriente y cálido con todo el mundo. Si me preguntaran cuál es el adjetivo para ponerle diría calidez humana. Era una cosa muy interna, era emocionalmente muy cálido con la gente.El primer día, fue durante un almuerzo en el Palacio de La Moneda. Yo estaba sentada al lado de un general, las dos hijas de Allende, un asesor político y él levanta la copa de lejos y brinda conmigo y yo me di cuenta que había más que un brindis, en ese momento hubo una conexión entre los dos. Todavía estoy conectada a él.-
¿Cómo era Salvador Allende en la intimidad?
El era profundamente caballeroso. Era un hombre de comienzos de Siglo muy amable. Era de una delicadeza impresionante y no quería que a uno le hicieran daño.Yo opté por no contarle mis problemas porque siempre buscaba solucionarlos. Era como la lámpara de Aladino. Cuando estábamos juntos no leía, pero tenía muchos libros de poesía y también le fascinaba la pintura. Tenía una maravillosa colección de cuadros muy valiosos.De los sueño de Allende relata que los conocía todo el mundo a través de sus discursos, de su gestión pública.Y de sus preocupaciones, dijo, nunca las manifestaba. Daba una sensación de tranquilidad. Todos sabíamos que iba a venir el golpe, porque éramos un grupito muy pequeño y nos reuníamos cada noche a charlar, cuando él llegaba de Palacio. Siempre lo esperábamos en su biblioteca.-
¿Qué pensaba Allende de Estados Unidos?
Los planteamientos de Allende hacia Estados Unidos eran de un rechazo absoluto. Sabiendo además que era el propio (Henry) Kissinger el que preparaba el golpe. Siempre lo manifestaba, pero siempre lo veía muy tranquilo, no expresaba angustias. Con pequeñas frases o suspiros trataba de demostrarnos una cara alegre, cuando nosotros (el grupo) estábamos convencidos que íbamos a morir después del golpe.Recuerdo que antes del golpe me dijo “te tienes que ir para Colombia” y yo respondí “yo no me voy de aquí”. Me contó que era un general el que estaba dirigiendo el golpe (Augusto Pinochet) y le dije “¿qué pasa si desaparece ese general?” y me respondió “el golpe sólo se pospone”.En ese momento le dije “si quieres yo lo mato, yo sé que muero en ese operativo, pero lo puedo matar”. Recuerdo que entraba a las reuniones con los generales y me dijo “si tú lo matas en qué nos diferenciamos de ellos”. Esa respuesta me dio mucha verguenza, pero mucha verguenza.
Durante mucho tiempo no conté esta anécdota porque vivía avergonzada conmigo misma, pero pensé eso lo tiene que conocer la gente para que vea la grandeza de ese hombre que era Allende.Yo estaba decidida a todo, a cualquier cosa. Tuve una actitud de entrega y de generosidad que no he tenido en el resto de mi vida. Esto ocurrió como dos meses antes del golpe.
Del hijo que llevaba en su vientre, Gloria Gaitán señaló: yo nunca lloré, ni siquiera el 11 de septiembre (día del golpe). Lloré el día que perdí a mi hijo luego que regrese a Bogotá, eso fue como dos meses después del golpe. Yo estaba como zombi. Me parecía que ese embarazo hacía que Allende siguiera viviendo y ese niño probablemente iba a continuar la lucha, era la esperanza. Fue un quiebre muy doloroso. Para mí el 11 de septiembre fue ese día y ese día lloré. lloré. lloré.
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