Juan Pablo Escobar Henao, hijo de Pablo
Escobar Gaviria.
Foto: El Nuevo Día - GDA
Juan Pablo
Escobar habla sobre la figura de padre y de narco del fallecido capo
colombiano.
Cuando el reloj marcó la 1:00 de la tarde, sabíamos que ya era el momento del
encuentro.
La temperatura era baja en la capital federal de Argentina, en la zona de
Palermo, y el acelerado ritmo de una ciudad tan agitada como esa ciertamente se
hacía sentir.
Todo fue debidamente calculado y todas las bases fueron cubiertas. Había una
productora, un camarógrafo y hasta un asistente personal. La presentadora del
programa Entre nosotras, Sonia Valentín, se armó hasta los dientes para su
encuentro con el hijo del 'Patrón' Pablo Escobar, Juan Pablo Escobar.
¿Qué si había temor por tratarse del primogénito del narcotraficante
colombiano más famoso de la historia? No realmente. Era más bien ansiedad y
preocupación de que todo saliera bien; de que Sebastián Marroquín Santos –su
nombre actual– se sintiera lo suficientemente cómodo como para romper el
silencio y hablar sobre las versiones que rodean a la controversial figura de su
padre.
El encuentro con Marroquín dio lugar en una oficina de arquitectos en el
corazón de la capital federal, en Buenos Aires. Recibió al equipo de Entre
nosotras con suma simpatía, aunque no pudo disimular su asombro al ver “a tanta
gente”. Esperaba a menos personas. No obstante, poco a poco, se fue soltando,
logrando capturar toda la atención de Valentín y de Primera Hora, que tuvo
acceso exclusivo a este encuentro.
Juan Pablo Escobar Henao –su nombre de pila completo– aparentó ser un
hombre sencillo. Andaba en jeans, con un reloj a la moda y un rosario en
madera, el cual describió a este diario como su “chaleco
antibalas”.
Marroquín dio señas de tener sentimientos mixtos sobre la figura de Pablo
Escobar, ese narco que fundó y lideró el cartel de Medellín y cuya vida expiró
en manos de las autoridades colombianas en diciembre de 1993, cuando su hijo
tenía 16 años. Era como si tuviese un conflicto interno entre la figura del
padre y el del narco.
Pablo Escobar asesinó a sangre fría, se le acusó de secuestro, y fomentó el
narcotráfico y el terrorismo en Colombia al punto de ganarse varios pseudónimos
como 'el Patrón', 'el Capo' y 'el Zar de la Cocaína'.
Sin embargo, para Sebastián Marroquín, irónicamente, su progenitor
era simplemente un padre cariñoso y dadivoso, no solo con su familia, sino con
las comunidades más necesitadas de Colombia, algo así como una especie de 'Robin
Hood'.
De su infancia, junto con su progenitor, Marroquín recuerda las canciones que
Escobar le cantaba, entre ellas el tema Vuela, que era su favorito. Para
Sebastián Marroquín, ‘el Zar de la Cocaína’ era el padre más consentidor del
mundo.
“Decían que mi padre era el hombre más rico. También hay que decir que era el
más generoso y su mayor placer estaba en ayudar a la gente. Sentía una enorme
satisfacción de poder contribuir a las familias necesitadas. Mi padre terminó
asumiendo un rol que se suponía que asumiera el Estado. Pero, por otro lado, hay
que decirlo también, no extrañamos la violencia y esa zozobra en la que vivíamos
permanentemente”, recalcó de inmediato.
De pequeño, el hijo del 'Patrón' disfrutó de todas las comodidades y
posibilidades de un mundo lujoso, pero su inocencia de aquel momento no le
permitió tener un cuadro claro de lo que verdaderamente estaba sucediendo a su
alrededor.
Ya un poco más crecido, al conocer lo que hacía su padre, Marroquín
experimentó sentimientos mixtos porque sobre todas las cosas se trataba del
padre que amaba.
“A mis 16 años cometí el error más grande de mi vida cuando supe que habían
asesinado a mi padre. Cinco o 10 minutos de amenazas públicas me han costado un
exilio que sigo pagando aún hoy, casi 20 años después y desde ese lugar fue una
gran lección de vida. Aprendí que el lenguaje no es inocente, que todos los
seres humanos reaccionamos de manera diferente. Te enteras de la noticia de la
muerte de tu padre cuando hace 10 minutos estabas hablando con él. Era difícil
para mí creer que eso era cierto”, relató quien también recuerda con nostalgia
la historia de amor entre sus padres, a pesar de que siempre se rumoró que el
narcotraficante le había sido infiel.
“Yo le digo a mi madre que ella se enamoró del hijo del vigilante del
barrio que fue expulsado y desplazado por la violencia. Mi padre la cuidó, la
quiso, fue una relación bien bonita. Mi padre, además, sentía un
respeto absoluto por la mujer, me decía que a la mujer había que respetarla y
que no la podía tocar ni con las palabras”, contó. Al hablar de su esposa, quien
se encuentra embarazada, mencionó que siempre la ha admirado.
“Le he dicho que si hubiese sido al inversa, yo no sé si hubiese tomado una
decisión tan valiente como continuar a mi lado en circunstancias tan adversas.
Ella terminó abandonando su patria, su identidad, su familia, todo, por seguirme
a mí”, reconoció.
Melba Brugueras
Enviada especial / Primera Hora
El Nuevo Día - GDA
Enviada especial / Primera Hora
El Nuevo Día - GDA
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