Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)
Esta crisis ruso georgiana que comienza a movilizar políticamente atoda Europa y EE.UU., puede convertirse en una crisis mundial. Dichoesto, no por el carácter militar territorial del problema que es bienacotado aún, sino por su fondo político. Al ampliar el foco, éstetiene un alcance mayor, porque incide en los equilibrios a nivelglobal, y en el cómo se obtienen.
En el cuadro mayor, Rusia estaría más interesada en este objetivo, noen el sentido de la antigua supremacía pretendida por el podersoviético, sino simplemente para coexistir como entidad en laoperación universal. Mal que mal, Rusia no está obsesionada con estasupremacía, ni todavía con instalar una muralla de calibre béliconuclear para su protección. En este sentido, que la solución se centre en lo que suceda o decidaun organismo como la OTAN, es un contrasentido, y una distorsión en lavisión del problema mayor. Recordando otras crisis en la zona en que la OTAN fue un actor principal, se debe enfatizar que los Balcanes noson el Cáucaso, puesto que la variable rusa en el tema de los equilibrios, o los conflictos con la aspiración rusa de poder,conllevan una dimensión de carácter universal.
Al analizar con profundidad los antecedentes de esta crisis, losproblemas claramente los arrastra la alianza transatlántica y la OTAN,en su expresión más radicalizada, por su continua óptica expansivapara la preservación de la supremacía. Como que el triunfo ideológicoy económico de la Guerra Fría clásica no hubiera sido suficiente. En rigor, si existieran las bases para un nuevo orden mundial, osiquiera un atisbo de ello, la OTAN debiera dejar de existir o al menos reformular su mandato y estructura, cambiando la direccionalidadde su matriz, como que Europa Occidental fuera a ser devorada por elalgún monstruo asiático.
La OTAN es la estructura militar que más poder político ha acumuladoprecisamente por la debilidad del sistema internacional quesupuestamente se administra desde la ONU. En este sentido, hay unacontraposición de dos entes: uno, eminentemente militar en el papelcomo la OTAN, pero que ha adquirido un enorme poder político. El otro,que supuestamente es eminentemente político como la ONU, pero debilitado. Esta contradicción se ha hecho más evidente con el fin dela bipolaridad y esta crisis es un fiel reflejo de ella. La OTAN nace como respuesta al expansionismo soviético en laconfrontación bipolar.
Tenía plena justificación frente a la adopción de las naciones europeas que por lo demostrado endécada y media, todavía no se explica cómo pudieron haber durado tantobajo la presión soviética. ¿La OTAN subsiste como tal, frente a qué enemigo? ¿Cuál es el acecho?Tal vez se justificaba para un reordenamiento de la situación en losBalcanes de la ex Yugoslavia. Pero la reordenación de las naciones yterritorios que estaban bajo el dominio de la Ex URSS, es harina deotro costal, y tanto la OTAN como EE.UU. deben medir su aspiración deexpansión y dominio. Al mismo tiempo, sería de un facilismo prosaico caer en el cliché dela variable energética como el eje de lo que está en juego.
Está demasiado manida en la cartilla estratégica. Simplemente existe comoparte del cuadro en cualquier parte. Por mucho que existan reservas y fuentes de crudo y gas en zonas no controladas territorialmente por las fuerzas y los países de la OTAN, los recursos energéticos tienen peso y razón de ser, en un engranaje financiero industrial altamente interdependiente, y sobre cuya complejidad no puede actuar ni laobcecación política o la desesperación militar. No basta sólo contener dominio político o territorial sobre el recurso: hay que preguntarle a los barones de la energía en EE.UU., el Reino Unido,España, Irak, Venezuela o Bolivia, entre otros.
Hoy, la alianza transatlántica está en una posición de supremacíauniversal casi total, pero aún quiere más, y en ese proceso amenaza ala estabilidad. En la superficie se ve la intervención rusa y suimperiosa necesidad de conservar la integridad y estabilidad, sinembargo el tema real es el reordenamiento político en función de losequilibrios en el nuevo orden mundial. Que la ganancia y lasustentabilidad económica están detrás de todo el ejercicio, escierto, y son su máquina propulsora. Pero también es cierto que después de la caída de la ex URSS, eldebate acerca de la nueva paz conquistada ha sido, en el mejor de loscasos, fragmentado y en el peor, orientado a mantener la matriz de lasupremacía occidental, que, como se observa en cualquiera de lasactuales zonas de conflicto bélico, es políticamente exagerado. Cuandose indaga en estas zonas, hay un rechazo a Occidente. Y la globalización, entendida con matriz militarista de la OTAN, setransforma en una barbarie por este rechazo.
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